Bodegas Murua ha finalizado la restauración de un chozo del siglo XIX en su finca Vallobera, preservando el patrimonio cultural y permitiendo a los enoturistas explorar estas construcciones históricas. Esta iniciativa forma parte de los esfuerzos de Masaveu Bodegas para conservar el legado histórico en las áreas cercanas a sus bodegas, destacando la importancia de estos chozos en la viticultura de Rioja Alavesa.
Bodegas Murua, en su compromiso con el cuidado del patrimonio cultural, ha completado la restauración de un antiguo chozo del siglo XIX ubicado en su finca Vallobera, en los límites de la bodega. Este importante proyecto de restauración fue supervisado por un arqueólogo, siguiendo los rigurosos estándares del servicio de Patrimonio Histórico-Arquitectónico de Álava, con el objetivo de devolver al chozo a su estado original, que se vio afectado por las raíces de un árbol que crecía en la cima del edificio, causando el desprendimiento de varias piedras de su fachada.
Este chozo, conocido también como ‘guardaviñas‘, se encuentra dentro de los límites del Conjunto Monumental Paisaje Cultural del Vino y el Viñedo de Rioja Alavesa en Álava. Bodegas Murua cuenta con otras dos construcciones similares, ubicadas en sus parcelas ‘La Pared’ y ‘Cuatro Encinas’. La restauración de estos chozos tiene como propósito principal la preservación del patrimonio arqueológico y brindar a los visitantes enoturistas la oportunidad de conocer estas pequeñas construcciones de piedra y profundizar en su historia, según lo explicado por Mathieu Barrault, enólogo de Bodegas Murua.
Estos esfuerzos de rehabilitación se enmarcan dentro de la amplia iniciativa de Masaveu Bodegas para recuperar el patrimonio cultural e histórico en las áreas cercanas a sus bodegas. En el caso de Bodegas Fillaboa, esta labor ha permitido la conservación de petroglifos prehistóricos grabados en rocas en la parcela Finca Coto de Prado, un conjunto de siete grupos en perfecto estado.
El presupuesto de la rehabilitación del chozo ha sido de 6.200 euros, cofinanciado por Bodegas Murua y el Gobierno de Álava. “Se trata de un chozo semienterrado. Debido a la fractura de una de las piedras de soporte de la entrada, el muro frontal comenzó a ceder favorecido por la acción de las lluvias. El árbol, que ha ido creciendo a través de las piedras, ha facilitado que la estructura se mantuviera en pie pese a la rotura de los cimientos”, declara el arqueólogo Unai Arruza.
Los chozos: refugio de agricultores
Su relevancia trasciende su valor arquitectónico y artístico, ya que son testigos del papel fundamental que ha desempeñado la viticultura en Rioja Alavesa a lo largo de la historia. Constituyen un elemento muy característico del paisaje de esta tierra en la que, según los fondos del Patrimonio Histórico-Arquitectónico de Álava, hay registrados y documentados hoy en día 880. “Apenas existen chozos en otras zonas de la D.O Rioja. En esta zona, Rioja Alavesa, junto con la de Sonsierra, está la mayor concentración de este tipo de construcciones, que son el mejor testimonio de viñedo ancestral”, explica Barrault.
Así estas construcciones de piedra de pequeño tamaño históricamente fueron utilizados por los agricultores como refugios para cuidar y proteger sus cultivos, de ahí su denominación de ‘guardaviñas‘. Estas estructuras también cumplían funciones de refugio y almacén. En su amplia mayoría, se caracterizan por tener una planta circular que se estrecha hacia la parte superior, siendo construidos sin el uso de argamasa, siguiendo la técnica de piedra seca.