Bodegas Torres reintroduce en el Penedès la primera variedad blanca ancestral recuperada del olvido. La firma lleva tres décadas recuperando el patrimonio vinícola catalán. De las 35 variedades recuperadas, dos ya se están utilizando y otras seis están en fase de experimentación por su gran interés enológico.
Bodegas Torres reintroduce en la DO Penedès la primera variedad blanca autóctona de esta región vitivinícola, que ha conseguido recuperar. Tras un largo proceso iniciado hace casi 15 años con el descubrimiento de una vieja cepa en su finca de Aiguaviva, en la zona del Montmell, la familia Torres apuesta ahora por esta variedad blanca por su gran potencial enológico, plantándola de manera experimental, mediante la técnica del reinjerto, en Aiguaviva.
Se trata de una variedad pre-filoxérica desconocida que toma el nombre de Selma (en la foto) en referencia al pueblo abandonado del mismo nombre situado en el macizo del Montmell, a poca distancia de la población donde fue descubierta. Sus vinos presentan matices vegetales y un punto especiados, sobre un fondo de fruta de árbol que recuerda las manzanas amarillas. En boca, son largos, con nervio y buena acidez.
Según Miguel Torres Maczassek, director general de Bodegas Torres: “estamos muy entusiasmados con este proyecto ya que, para nosotros, supone el inicio de la recuperación de las variedades blancas ancestrales catalanas. En estos momentos tenemos dos variedades tintas antiguas, la garró y la querol, que ya utilizamos en nuestro Grans Muralles. Selma es la primera variedad blanca que conseguimos recuperar”. Y añade: “pensamos que en tres años, podremos tener las primeras cosechas que nos permitirán probar este vino a nivel comercial”.
“El proyecto de variedades ancestrales no estaba pensado para buscar cepas con las que afrontar el cambio climático, pero una de nuestras sorpresas fue comprobar que algunas resisten bien la sequía y las altas temperaturas, además de producir vinos muy bien estructurados”, señala Miguel Torres.
Selma se convierte así en un nuevo testimonio de la recuperación del patrimonio vitivinícola y preservación de la memoria histórica de Catalunya de la mano de Bodegas Torres, que está trabajando actualmente con 35 variedades ancestrales desconocidas, de las cuales 6 tienen un gran interés enológico, sin contar las dos variedades que ya se están utilizando. Además, algunas de ellas están demostrando ser muy resistentes a las altas temperaturas y a la sequía, lo que las hace especialmente interesantes ante el cambio climático.
“El proyecto de variedades ancestrales no estaba pensado para buscar cepas con las que afrontar el cambio climático, pero una de nuestras sorpresas fue comprobar que algunas resisten bien la sequía y las altas temperaturas, además de producir vinos muy bien estructurados”, señala Miguel Torres. “Sorprende pensar que variedades que cultivaban nuestros abuelos podrían jugar un papel importante en el futuro”, concluye.
La labor de recuperación de variedades antiguas se remonta a más de tres décadas
Bodegas Torres lleva más de treinta años investigando para recuperar variedades ancestrales. El impulsor fue Miguel A. Torres, miembro de la cuarta generación y actual presidente de la compañía, quien, tras cursar viticultura en la Universidad de Montpellier, puso en marcha el proyecto con la ayuda del entonces jefe de viticultura, Miquel Porta, en 1983. El primer paso consistió en hacer un llamamiento a los agricultores catalanes a través de la prensa local y comarcal, para que notificaran el hallazgo de viejas cepas que no supieran identificar.
Las primeras llamadas no tardaron en llegar y a mediados de los ’80, Bodegas Torres descubrió, en las terrazas del Garraf, una cepa que más tarde se identificó como garró. Tras un largo proceso de 10 años para sanear, reproducir, estudiar la variedad y comprobar su potencial enológico, se plantó en la Conca de Barberà y pasó a formar parte del ensamblaje del primer Grans Muralles en 1996. Dos años más tarde, se descubrió una segunda variedad cerca de Querol, que también se incorporará a este vino de la Colección de la Familia Torres elaborado con variedades catalanas a partir de la añada 2009.
El proyecto de recuperación de variedades ancestrales de Bodegas Torres tuvo un impulso importante en el año 2000, bajo la dirección de Mireia Torres Maczassek, miembro de la quinta generación y entonces responsable de I+D+i, quien estableció una metodología científica y rigurosa mediante el uso de técnicas innovadoras.
El proceso consta de cinco fases. Una vez localizadas las cepas viejas, un ampelógrafo – la ampelografía es el estudio de la morfología de los brotes y las hojas – y análisis de ADN, permiten determinar si se trata de una variedad desconocida. Con la confirmación del descubrimiento, empieza un lento y minucioso trabajo de laboratorio para sanear la cepa y reproducirla mediante la técnica in vitro, que puede durar varios años. Tras su paso por el vivero, esa variedad será plantada de manera experimental para estudiar su comportamiento y valorar si tiene interés enológico mediante microvinificaciones.
Gracias a esta rigurosidad y metodología, Bodegas Torres ha conseguido recrear con éxito variedades tintas como la garró y la querol. Ahora es el turno de selma, la primera variedad blanca ancestral recuperada, que ha superado las cinco fases del proceso y ha sido reintroducida recientemente en la zona donde fue descubierta, en el Penedès.
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[…] que inició el proyecto de recuperación de variedades ancestrales a principios de los 80, Bodegas Torres ha logrado recuperar 40 variedades que se cultivaban antaño […]