Después de las abundantes lluvias registradas durante esta primavera, Corporación Vinoloa hace un balance sobre cómo afectan estas condiciones a la vid. Mientras que las precipitaciones en invierno y otoño son esenciales para revitalizar el viñedo; las primaverales pueden afectar al tamaño de la cosecha, la calidad, el balance aromático y sobre todo el riesgo de que se generen plagas o enfermedades, como el mildiu o el oídio.
Chaquetas, manga larga y muchos paraguas, las temperaturas se han resistido a alcanzar los niveles propios de esta época del año. Ahora, con la tan esperada llegada del verano, Corporación Vinoloa, empresa dedicada a la distribución del vino con marcas propias, analiza cómo han afectado las temperaturas y lluvias, tan copiosas de esta primavera a la vid y a la futura cosecha.
“Las viñas son unas plantas que no necesitan mucha hidratación, aunque sí unas condiciones concretas”, afirma Antonio Camacho, presidente de Corporación Vinoloa, quien, además, añade que “el exceso de lluvia tiene consecuencias muy importantes para el cultivo vitivinícola. Mientras que las precipitaciones en invierno y otoño son esenciales para revitalizar el viñedo, las lluvias primaverales no son tan bienvenidas”.
El aspecto más relevante de las precipitaciones sobre el viñedo se corresponde con el momento del ciclo del viñedo en el que se desarrollen. Las lluvias de invierno sirven para que el terreno acumule el agua como reservas hidráulicas. De esta manera, la planta puede retenerla para cuando llegue el calor, pues la va a necesitar durante el ciclo vegetativo, es decir, cuando vuelve a brotar. Si los chubascos tienen lugar en primavera pueden afectar al tamaño de la cosecha mientras que las caídas antes de la vendimia pueden dañar la calidad ya que se diluyen los azúcares y ácidos además de romper el balance aromático.
El resultado final del producto tiene mucho que ver con las condiciones en las que ha crecido y se ha desarrollado. Cuando la lluvia es mayor y las temperaturas más bajas, se consigue un vino más fresco y fácil. Pero también hay que tener en cuenta que cuanta más agua, mayor es el tamaño del fruto por lo que la bebida será más aguada. Sin embargo, cuando el termómetro primaveral sube y las lluvias descienden, el fruto es más pequeño y el vino más consistente.
Las abundantes lluvias favorecen el mildiu y el oídio
La viña es una de las plantas más resistentes que casi siempre triunfa en lugares en los que otros cultivos no pueden desarrollarse. Pero, las lluvias abundantes como las que se han sufrido esta primavera crean el caldo de cultivo perfecto para que se desarrollen plagas o enfermedades como en el caso del mildiu o el oídio. Estos trastornos hacen referencia a un grupo de hongos que producen afecciones en las plantas y con una sintomatología muy parecida.
En el caso del mildiu se caracteriza porque ataca a los órganos verdes que provocan grandes destrozos que van desde la perdida de la hoja hasta el daño parcial o total del fruto. Los meses en los que se producen más frecuentemente es desde mediados de abril hasta mediados de mayo con una temperatura ambiental de 12 grados.
“Es una de las enfermedades más comunes en la vid y con la que hay que extremar la precaución cuando las temperaturas todavía no son muy altas, pero las lluvias son muy copiosas para no perder el producto. En Corporación Vinoloa garantizamos que nuestra uva está sana y en perfectas condiciones para su elaboración, gracias a nuestros exhaustivos controles de calidad”, comenta Camacho.
En el caso del oídio, antes de comenzar con los síntomas, la hoja empieza a desarrollar ampollas que se sustituyen por un polvo blanco como si hubiese sido espolvoreada. La enfermedad se suele encontrar en el haz de la hoja pero también puede estar en el revés lo que hace que pase desapercibida. A medida que avanza la infección, las hojas acaban llenas de esta sustancia y puede afectar incluso a los cogollos, lo que produce la pérdida en la cantidad y calidad de la cosecha.
El mejor tratamiento para terminar con esta plaga es la prevención pues, una vez infectada la planta es muy complicado erradicarla incluso utilizando fungicidas químicos. Para disminuir las posibilidades, es fundamental que el área de cultivo esté limpia al igual que las manos antes de manipularla para evitar que las esporas alcancen la vid.