El paisaje, en una copa de vino. Esta es una frase que resume a la perfección la idea que Bodegas Comenge imprime en sus vinos, una bodega de líneas elegantes y vanguardistas ubicada en el Valle del Cuco de la Ribera de Duero, en Curiel de Duero, a pocos kilómetros de Peñafiel. El cuidado del viñedo lo hacen de forma ecológica, aquí cuentan su forma de trabajar y las técnicas que emplean.
Para poder conseguir ese hito, ese reflejo del entorno del que proceden los vinos es importante que dicho paisaje se encuentre en su máximo esplendor y, para el equipo de Comenge, esa es su especialidad.
La añada 2015 fue la primera en salir al mercado con el sello de certificado ecológico, pero en realidad desde el año 2006 siempre han trabajado de manera completamente respetuosa con el medio ambiente, la única forma de trasladar la autenticidad de cada parcela.
La certificación, por tanto, es más que un símbolo, es la garantía para el consumidor de que todos los procesos que se llevan a cabo tanto en el viñedo como en la bodega se encuentren dentro de las prácticas autorizadas de agricultura ecológica y de la producción ecológica de vino
El suelo, el clima, las viñas, la flora autóctona, la fauna… son elementos que forman una parte intrínseca del vino, son un patrimonio natural de valor incalculable y es por ello por lo que deben ser cuidados y respetados.
El viñedo, un organismo vivo
En Bodegas Comenge conciben cada uno de sus majuelos como un organismo vivo, que es capaz de regularse y controlarse por sí mismo. El equilibrio del ecosistema es fundamental para que cada actor cumpla su papel de manera adecuada.
En el campo no se emplean tratamientos con productos de síntesis química, sino que se apuesta por la utilización de productos naturales, como el azufre o la lecitina de soja. Los cuidados manuales toman entonces una importancia relevante, pues el control de la vegetación es primordial para garantizar la sanidad de las cepas.
Una alta densidad de plantación, una buena distribución de la superficie foliar de las vides y la búsqueda de bajos rendimientos son la base del trabajo, la mejor herramienta para garantizar un tamaño pequeño de las baya y unido a ello, una tipología de racimo suelto y bien aireado, capaz de madurar de forma homogénea, minimizando el riesgo de aparición de enfermedades criptogámicas.
Cubierta vegetal, cobijo para la fauna
Es habitual durante la primavera que el color verde y el rojo formen un bonito lienzo en las parcelas de Bodegas Comenge, ya que se apuesta por el desarrollo natural de la cubierta vegetal. Las amapolas, las espigas, las plantas aromáticas… Suponen un interesante escondite para todo tipo de insectos, reptiles y pequeños mamíferos que ‘trabajan’ según los designios de la naturaleza y ayudan a evitar ciertas plagas.
Debido al régimen de lluvia de la Ribera del Duero (entre 350 – 450 mm anuales, fundamentalmente recogidos en los meses de invierno y primavera), la cubierta vegetal también es beneficiosa para mantener los recursos hídricos en el suelo, evitando la escorrentía y manteniendo una buena porosidad y estructura, lo que repercute de manera muy positiva en la formación del complejo arcillo-húmico.
El abonado del suelo en Bodegas Comenge, cuando es preciso, igualmente se lleva a cabo con materia orgánica natural, es decir, el abono procede de los caballos que habitan en la finca.
«El resultado de todo ello es la producción de vinos de alta calidad, en los que los aromas primarios son los protagonistas«, destacan desde la bodega. «Vinos finos, elegantes y sabrosos para el disfrute del consumidor».