La Federación Nacional de Regantes (Fenacore) recuerda en lo que a los efectos de la sequía se refiere que gestionar la escasez de agua implica no sólo enmendar su impacto negativo sino anticipar medidas para evitar que se produzca.
Según el presidente de la Federación Nacional de Regantes (Fenacore), Andrés del Campo: “para paliar los efectos de la sequía, se recurre a los seguros agrarios o a moratorias en el pago de las cotizaciones a la seguridad social, pero además de estas medidas de corte financiero hay que tomar medidas estructurales para incrementar la oferta de agua. No basta con remendar lo que se ha descosido, sino que hay que poner medidas para evitar que vuelva a suceder”.
Tras tres años de escasez de lluvias, ha sido necesario tirar de reservas para poder satisfacer las demandas de agua, lo que ha hecho que por ejemplo el volumen de los embalses de la demarcación del Guadalquivir sea en la actualidad un 23% menor que la media de los últimos 25 años. En este contexto, donde planea la amenaza de las restricciones, el presidente de Fenacore, incidió en la necesidad de mantener una actitud proactiva, instando a la Administración a asumir medidas preventivas y no sólo a remendar con soluciones parciales las consecuencias de la sequía.
Del Campo –durante la conferencia “La sequía: efectos y medidas para su mitigación” organizada en por la Asociación de Empresas Fabricantes y de Servicios de Córdoba (ASFACO)– advirtió que no basta con activar los planes de actuación en las distintas demarcaciones cuando hay una situación de alerta, sino que son necesarias medidas de fondo para anticiparse y evitar las pérdidas económicas, medioambientales y sociales derivadas de escasez de agua, sobre todo en las regiones que viven de la agricultura de regadío.
Entre las medidas estructurales que es necesario llevar adelante, Fenacore destaca avanzar en obras de regulación, recordando que si no fuera por los embalses actuales difícilmente se hubieran podido mantener los ratios de consumo de agua ante la falta de lluvias.
De esta forma, aunque resulte una medida impopular entre determinados sectores políticos y ecologistas, la construcción sostenible de embalses y trasvases intercuencas permite tener agua garantizada tal y como ha ocurrido en estos tres años. Sin reservas, el agricultor se ve obligado a apostar por cultivos de secano en zonas de regadío, lo que reduce sus ingresos brutos, la diversidad de las producciones y genera además pérdida de competitividad y de cuota de mercado.
Fenacore es una asociación sin ánimo de lucro e independiente políticamente, creada en 1955, que agrupa a las entidades dedicadas a la administración del agua para riego, tanto superficial como subterránea, con el objetivo de aunar esfuerzos y voluntades en la defensa de sus legítimos intereses y derechos de uso del agua. En la actualidad, cuenta con más de 700.000 regantes y más de dos millones de hectáreas, es decir, más del 80% del regadío nacional agrupado en comunidades de regantes.
Medidas para paliar la sequía hidrológica
Mientras estos avances en obras hidráulicas se producen, Fenacore pide flexibilizar la cesión temporal de derechos del uso del agua entre cuencas para paliar así la caída del volumen de los embalses. De esta forma, no sólo se eliminan las tensiones por el reparto del agua, haciendo que la cuenca necesitada reciba recursos de forma ágil, sino que la cuenca que cede obtiene fondos que puede destinar a mejorar sus infraestructuras, habiendo un claro ejemplo en la provincia andaluza entre la Comunidad de Regantes de Guadalmellato y Aguas de Almanzora.
El uso alternativo de aguas superficiales y subterráneas es otra de las medidas preventivas propuestas por la Federación. Al potenciar el uso temporal de pozos y aguas subterráneas en épocas de sequía y realizar recargas de acuíferos en los años húmedos, se garantizan recursos en los años de falta de lluvias.
Además de estas medidas complementarias de gestión de la demanda, avanzar en la modernización de regadíos de acuerdo a una doble eficiencia –hídrica y energética- resulta también una medida clave para hacer frente a la sequía. Cuanto más se avance en este sentido, menos agua se utilizará. De hecho, en las últimas décadas la modernización ha permitido que la demanda de agua para uso agrario caiga del 80% hasta el 63%, situándose por debajo de los 15.000 hectómetros cúbicos anuales.