El discurso de Pau Roca, director general de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), en la apertura del 43 Congreso Mundial de la Viña y el Vino en México analiza la situación actual y ofrece una alentadora visión que marca dos pautas o herramientas de valor para la actividad vitivinícola. A continuación el texto completo de su presentación en México.
Como acabamos de ver (referido al informe del sector vitivinícola de OIV), la vendimia de este año se ha caracterizado por un calor extremo y una sequía récord que ha acelerado la maduración en los viñedos de todo el mundo. Un informe publicado recientemente por el Observatorio Global de Sequías indicó que casi dos tercios del territorio europeo estuvo en estado de sequía o de alerta debido a las olas de calor y a la escasez de lluvias: ésta ha sido la peor sequía de los últimos 500 años. Y Europa no ha sido la única región afectada: desde el este de África hasta California han registrado temperaturas extremas este año.
Se trata, evidentemente, de un nuevo recordatorio de la fuerza e impacto del cambio climático para dar un vuelco al mundo de la vid y el vino. El cambio climático es real, y es sin duda uno de los retos más relevantes para el sector vitivinícola. Las anomalías meteorológicas se están convirtiendo en la nueva normalidad, y probablemente deberíamos reconocer su regularidad en lugar de tratarlas como emergencias.
Resiliencia del sector vitivinícola
La resiliencia y la capacidad de adaptación del sector de la vid y el vino es, por tanto, la clave de su propio futuro. Los responsables políticos de todo el mundo deben desarrollar una visión a largo plazo sobre estas cuestiones e intentar mejorar y fomentar la adopción de prácticas sostenibles para el cultivo de la vid y la elaboración del vino. Estamos entrando en una nueva era en la que es necesario desplegar un nuevo modelo económico que ponga menos énfasis en el crecimiento y más atención a la gestión del equilibrio. Esto implica un cambio de paradigma, donde el objetivo final debe ser la conservación del planeta y sus suelos. Las estrategias que se desarrollen para adaptarse a los impactos ambientales, económicos y sociales del cambio climático darán forma al futuro del sector.
El cambio climático sigue siendo el principal reto global al que nos enfrentamos en una perspectiva a largo plazo, aunque con respuestas a corto plazo. Sin embargo, no hay que olvidar que el sector del vino se ha visto afectado, en menos de tres años, por tres otros grandes fenómenos: primero por la crisis sanitaria del Covid-19; después, por la crisis de la cadena de suministro global y; finalmente, por una guerra que está generando una fuerte crisis energética con la consiguiente alta presión inflacionaria.
Los responsables políticos deben ayudar al sector vitivinícola a navegar en este turbulento periodo en el que, por un lado, el sector se enfrenta a fuertes subidas de costes (desde la factura de la electricidad hasta los precios de las botellas y las etiquetas) y, por otro, a unas perspectivas muy preocupantes para la economía mundial, que podría entrar pronto en un periodo de recesión económica, y que inevitablemente repercutirá en los mercados y en el poder adquisitivo de los consumidores. Según el FMI, un tercio de la economía mundial se contraerá probablemente este año o el próximo. Y ciertamente, el sector del vino no será una excepción.
Sin embargo, como he dicho antes, creo que a estas alturas hay que ir más allá del concepto de «medidas de emergencia» y replantearse nuevos modelos organizativos, de gobernanza y de negocio. La perturbación causada por esta cadena de acontecimientos negativos puede y debe verse como una oportunidad para que el sector defina, pruebe y ensaye modelos operativos alternativos y rediseñe nuevas formas de avanzar.
Transición digital y enoturismo, las bazas del sector vitivinícola
En este contexto, una fuente de esperanza. ¡O más! Me atrevo a decir que una fuente de optimismo proviene de la disponibilidad de nuevos medios digitales. Creo que la actual transición digital del sector está ofreciendo herramientas eficaces para navegar en estas aguas turbulentas. Hoy en día operar con un modelo de negocio híbrido es definitivamente una estrategia valiosa. Estoy firmemente convencido de que éste es el camino a seguir y de que muchos de los retos a los que nos enfrentamos hoy en día pueden mitigarse -si no resolverse- con la adopción de soluciones digitales.
Sin embargo, es importante garantizar una transición fluida e inclusiva hacia el mundo digital. Para ello, es fundamental que quienes establecen políticas públicas, especialmente las Organizaciones Internacionales ofrezcamos orientación sobre estas cuestiones y trabajemos en modelos de gobernanza de datos que representen la diversidad del sector y protejan a los actores más pequeños.
Otra poderosa herramienta en la que el sector puede apoyarse en estos tiempos de crisis, y cuyo impacto suele subestimarse, es el enoturismo.
Se trata, en efecto, de un fenómeno en auge que merece especial atención por parte de los responsables políticos, ya que aporta numerosos beneficios no sólo al propio sector, sino también al desarrollo local y rural gracias al papel que desempeñan las sinergias entre la cultura del vino, la identidad territorial y el turismo.
Si se gestiona bien, el enoturismo puede considerarse también un ejemplo muy valioso de turismo sostenible, que prioriza los circuitos cortos; así como un fenómeno innegable de la recuperación económica.
Al observar las tendencias recientes, queda claro cómo el vino se ha convertido en un componente clave para experimentar la cultura y el estilo de vida de muchos destinos y en una creciente motivación para viajar; esto crea una oportunidad para introducir a los visitantes directamente en la cultura del sector y para educarlos en la mejor manera de apreciar el vino de forma moderada y responsable.
El enoturismo es una forma de descubrir el territorio y la cultura, valores que sustentan el vino y que van más allá de una visión reduccionista y básica al considerarlo sólo como ingesta de alcohol. Lamentablemente seguimos asistiendo al desarrollo de propuestas de políticas de alcohol que se basan más en la doctrina, que en la ciencia. Estamos transitando peligrosamente un camino resbaladizo que podría cuestionar la legitimidad del vino en nuestra sociedad.
Al acercarse el centenario de la OIV es necesario recordar que los principios fundamentales que inspiran nuestra Organización se plantearon en los años de la prohibición. Los próximos 100 años deberemos conseguir la universalización del consumo y la plena legitimidad universal para el vino.
Gracias a todos por su atención. Gracias a México por su excelente acogida.
2 Comments
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Me parece completamente interesante el planteamiento de la ponencia de del Sr Pau Roca en el sentido de que la problemática del cambio climático no es temporal, por ello, el sector vitivinícola a escala global debe de adaptarse y buscar varietales resistentes a temperaturas más cálidas y con períodos de sequias más prolongados.
Desde mi particular punto vista son las 2 variables esenciales a resolver para que la calidad de los vinos en general no se vea disminuida.
Aprovecho el espacio para felicitar los trabajos del 43 Congreso de la Viña y el Vino celebrado en Ensenada Baja California, México.
Felicito al Director Pau Roca y me identifico totalmente con su prospectiva a largo plazo. Felicito el esfuerzo de Méjico como anfitrión.