En el corazón del Marco de Jerez, Alberto Orte lidera un proyecto vitivinícola pionero, rescatando variedades de uvas extintas antiguas de esta zona para dar vida a vinos blancos y tintos no fortificados criados en la casa de viña El Aljibe, bajo la marca Bodegas Poniente.
El proyecto liderado por el viticultor Alberto Orte en el Marco de Jerez encarna a la perfección la esencia de la famosa expresión «In vino veritas». Tras más de una década de dedicación e investigación, Orte ha recuperado 26 variedades extintas de uva históricamente presentes en Jerez.
Este proyecto de viticultura y elaboración de vinos de excelencia incluye vinos blancos y tintos no fortificados de variedades de uva jerezanas y vinos generosos criados en la casa de viña El Aljibe, bajo la marca Bodegas Poniente.
El esfuerzo de Alberto Orte aporta profundidad, excelencia y una amplia gama de sabores y aromas. Si hasta hace escasos años el monocultivo varietal de palomino fino era la norma, Orte apostó por rescatar uvas antiguas del Marco, consiguiendo vinos de una complejidad excepcional y que ahora están disponibles para el disfrute del público.
Un proyecto basado en el primer tratado de ampelografía del mundo
Basado en el primer tratado de ampelografía del mundo y enfocado en las variedades de uva de Andalucía, con especial atención a las de Jerez, este proyecto ha sido la fuente de inspiración para el viticultor Alberto Orte, quien ha llevado a cabo una labor que deja un legado sin igual en el Marco de Jerez. Orte ha fusionado su habilidad como viticultor y elaborador con su labor como investigador. Su trabajo en Jerez va más allá de la simple producción de vinos, ya que su esfuerzo por rescatar variedades históricas y clones de genética antigua, prácticamente desaparecidas hasta ahora, está contribuyendo al crecimiento exponencial del patrimonio de la Denominación de Origen más antigua de España.
Hasta la fecha, Orte ha logrado recuperar 26 variedades de uvas autóctonas y más de 200 clones de selección masal de las variedades palomino fino y palomino de Jerez, con los que ha podido dar vida tanto a sus vinos tintos y blancos elaborados con uvas autóctonas como a sus vinos generosos de Bodegas Poniente.
La plantación de las vides se realiza a partir de su propio campo madre (en las imágenes de arriba), que se ha ido reproduciendo según las necesidades de sus vinos, en más de 20 hectáreas de viñedo. Este proyecto vitivinícola creativo, vanguardista y de marcada vocación histórica, supone una vuelta a los métodos tradicionales con una perspectiva innovadora.
Alberto Orte, viticultor y enólogo, es cofundador junto a su socio Patrick Mata de la empresa vinícola Vinos del Atlántico y de la importadora de vinos Ole&Obrigado. Su pasión por el vino y los viñedos se remonta a sus años de juventud, cuando pasaba los veranos en Montilla, participando en las vendimias y descubriendo los secretos de los vinos generosos. Impulsado por su visión, Orte ha reproducido viñedos con variedades de uva que habían sido olvidadas durante más de dos siglos en la región, como la vigiriega blanca, la cual ha dado origen a su renombrado vino Atlántida Blanco. A través del estudio del suelo, la observación, la experimentación y la investigación histórica, ha creado viñedos ecológicos y rescatado de la extinción especies autóctonas del Marco de Jerez.
Un viñedo único
Las viñas del Proyecto de Alberto Orte, situadas en el Pago de Añina, están cuidadas y trabajadas bajo un planteamiento ecológico y artesanal, sin herbicidas ni fertilizantes inorgánicos, con cubiertas vegetales, rodeadas de flores, arbustos y plantas aromáticas. Un suelo vivo lleno de lombrices y otros insectos, que contiene gran número de bacterias y hongos que permiten a la planta absorber más agua y nutrientes. Su viticultura complementa la visión ecológica con la utilización de algunos tratamientos biodinámicos que consiguen fortalecer la planta y que se defienda mejor de las enfermedades, reduciendo, además, los efectos de la sequía. La experimentación, el respeto por la tradición, largos periodos reflexivos de observación para comprender cómo evoluciona el vino y la suma de técnicas innovadoras, dan como resultado vinos equilibrados de los que poder disfrutar.
El material vegetal propio hace que sea un viñedo único, no reproducible en ningún otro lugar. La plantación se realiza mediante el injerto de variedades en la propia viña, utilizando tanto el de púa como el de yema. Alberto Orte busca el equilibrio entre el conocimiento y la naturaleza, respetando al máximo la identidad de la tierra con técnicas respetuosas, como la poda histórica jerezana, llamada vara y pulgar, que además de con la variedad palomino, la utiliza con el resto de las variedades tintas y blancas, algo único en Jerez, aportando a sus vinos transparencia, expresión varietal y equilibrio.
Los procesos de elaboración y crianza en los vinos de Alberto Orte, con tratamientos en madera poco marcados y el tiempo como método natural de afinado, resultan equilibrados y sutiles. La expresión de la salinidad, debida fundamentalmente al suelo, y la expresión tánica de la textura caliza de la zona aporta un frescor persistente que se adhiere untuosamente al paladar, así como una intensidad de sabor a fruta madura, pero fresca.
El equilibrio es clave en los vinos de Alberto Orte, donde los componentes como el tanino, la acidez o el alcohol están bien integrados para que ninguno sobresalga. Vinos que se caracterizan por la salinidad, elegancia, aromas sutiles propios de las variedades utilizadas y textura caliza en boca.
El Marco de Jerez es conocido a nivel mundial por sus vinos generosos, pero los vinos de Alberto Orte no fortificados, tanto blancos como tintos, elaborados a partir de variedades autóctonas y con diversidad de clones de selección masal, han abierto un abanico de posibilidades comerciales con identidad propia a todo el Marco.
Entre sus logros, se encuentra la elaboración de los primeros vinos tintos sin fortificar embotellados y comercializados de uva tintilla (2011); el primer vino blanco tranquilo de uva vigiriega elaborado en Jerez (2016) y la elaboración de un vino de mezcla de diferentes variedades autóctonas tintas (2020), un hecho único en el Marco de Jerez.
Vinos no fortificados de Alberto Orte
- Vara y Pulgar blanco y tinto: vinos elaborados con la uva de finca no utilizada en el vino Atlántida mezclado con uva comprada a viticultores asociados al proyecto. En el blanco, la palomino fino de albariza se complementa con vigiriega blanca y malvasía y con otras variedades de la propiedad en menor proporción, para dar vinos que representan la mejor expresión de la añada y del Marco de Jerez. El Vara y Pulgar tinto se produce con tintilla de proyectos asociados, apoyada por tintilla propia de los bujeos. La fruta es siempre intensa, limpia y los taninos presentes pero no astringentes. El Vara y Pulgar es la expresión más escalable del proyecto como vino regional.
- Atlántida tintilla y Atlántida vigiriega (Pago Añina): vinos de finca, elaborados con uvas de las zonas más equilibradas de la propiedad, con una crianza que realza el frescor y la jugosidad de la boca, con fruta equilibrada entre los aromas primarios y un inicio de aromas terciarios que auguran un gran potencial de envejecimiento.
- Atlántida Annius (Pago Añina): vino de mezcla de variedades autóctonas recuperadas y plantadas en la propiedad. Es la mejor y más constante expresión de cepas que funcionan bien, con una proporción de variedades que aportan frescor y complejidad y una crianza afinada. Es una expresión del pago y de la añada.
En Bodegas Poniente elaboran vinos generosos únicos y exclusivos, debido a la utilización de material vegetal propio y variado en el que intervienen más de 200 clones de palomino fino y palomino de Jerez, variedad que estaba prácticamente extinta en la zona, y técnicas distintas al monocultivo actual de la región.
Portfolio de los vinos generosos de Bodegas Poniente
En Bodegas Poniente se opta por una metodología de trabajo más cercana al estilo jerezano, con pocas sacas, tan sólo una o dos al año, más contacto con las cabezuelas más momentos del año con el velo fino, lo que da como consecuencia vinos menos amargos y con más volumen.
- El Fino: procedente de un sistema de cuatro criaderas y una solera, con una media de edad superior a los nueve años, poco habitual en el mercado actual. Un vino de color dorado, complejo, desarrollado y con volumen, con aromas clásicos y un paladar muy seco en el que se percibe una cierta edad de crianza.
- El Amontillado: se elabora por la vía lenta, prosiguiendo su crianza biológica hasta que se muere la flor de forma natural y la crianza oxidativa comienza sin necesidad de adición de alcohol. El proceso de oxidación natural conlleva una espera de 16 años o más y procede de un sistema de seis criaderas y una solera con una edad media superior a los 40 años. Un vino de color bastante oscuro, con toques verdes alrededor, dominado en nariz por notas oxidativas de maderas nobles con un inusual toque frondoso balsámico. En boca es muy salado, seco y salino, con ecos de marea baja y algas, dejando una sensación seca en el final.
- El Oloroso: procede de un sistema de cinco criaderas y una solera, con una media de edad superior a los 30 años. Los vinos con los que se refresca la quinta criadera proceden de sus viñedos de cultivo ecológico en Pago Añina, de una minuciosa selección clonal de más de 200 clones antiguos y en su mayoría olvidados de palomino. La selección de uvas se realiza en la propia viña y son las más delicadas, aromáticas y frescas del viñedo. Un vino de color claro, rojizo y muy fresco, con aromas de piel de nuez y caramelo, compensado con notas brillantes de ralladura de limón y jengibre cristalizado.
- El Palo Cortado: procede de una mezcla de variedades minoritarias de base seleccionadas en la propia viña y que han sido mezcladas para dar desde el inicio una solera original para su producción. Cuenta con siete criaderas, las dos más jóvenes con velo de flor, y una solera, que ha sido encabezada a 17º y que cuenta con una edad media superior a los 30 años.