En el marco del Ciclo de Conferencias de Williams & Humbert, una interesante conferencia a cargo de la profesora universitaria y bodeguera, Mª Carmen Borrego Plá, analiza los intercambios entre Europa, Asia y América durante el siglo XVI, en lo que considera la primera globalización económica mundial, y cómo en esta etapa del Renacimiento “nuestros vinos se convertirían en hilo conductor dentro de esta madeja de rutas y culturas”.
Mª del Carmen Borrego Plá, profesora titular de la Universidad Hispalense y copropietaria junto con su madre Pilar Plá de las Bodegas Maestro Sierra, ha participado este año en el Ciclo de Conferencias de Williams & Humbert con la ponencia “Tránsitos de ida y vuelta: la anudación de tres continentes”. Este acto, presentado por el director general de las Bodegas, Jesús Medina García de Polavieja, ha contado con la asistencia de unas 80 personas, reunidas en la histórica sala de Añadas de Williams & Humbert.
Borrego Plá ha centrado su conferencia sobre la excepcional “madeja de intereses e intercambios que a partir del siglo XVI se creó entre España, las Indias y el continente asiático”, unos intercambios sobre los que no se profundiza normalmente y que en su caso se han centrado fundamentalmente los productos de lujo y en los relativos a la nutrición y la farmacopea. De estas relaciones entre los tres continentes proceden muchos de los usos y costumbres actuales sin que seamos conscientes de ello. Para Mª Carmen Borrego, “esta fue la primera globalización económica mundial que se hizo y que está muy cerca de las teorías globalizadoras actuales”.
La doctora Borrego destaca cómo la España y el Portugal de los grandes navegantes decidieron también llegar a China siguiendo el reparto pontificio de sus propias nuevas rutas atlánticas, en cuyo camino España encontraría un nuevo continente. Estos esfuerzos comerciales con las Indias, pero también con China y las Filipinas como enclave estratégico en nuestra órbita, son algunos de los hitos históricos que ha abordado en su conferencia, así como el trayecto que realizaba el conocido “Galeón de Manila”, puerta también de entrada desde España hasta Filipinas y viceversa.
El vino de Jerez tenía gran valor como moneda de pago
Los productos estudiados abarcan un amplio arco desde los indianos; maíz, patatas, cacao o tabaco, por citar algunos ejemplos, hasta los españoles con ganado y frutos de la tierra entre los que destaca el vino, y por parte asiática, las lacas, las sedas o las especias.
Al final, nos encontraríamos, «con que nuestros vinos se convertirían en uno de los hilos conductores de esta madeja de rutas y culturas”. Respecto a estos vinos, Mª Carmen Borrego ha señalado cómo el jerez era transportado en las naves, en envases de madera, cerámica o cuero y enviados principalmente a México, ya que allí era difícil la elaboración de vino debido a los problemas en las técnicas de poda. Ya entonces el vino de Jerez tenía gran valor y se usaba como moneda de pago, distinguiéndose entre el vino nuevo y vino añejo y dándole valor a este vino de mayor crianza.
Estos vinos de Jerez llegaban hasta Filipinas en la ruta del Galeón de Manila (también conocido como la Nao de China o Galeón de Acapulco). Esta ruta enlazaría a España con Filipinas uniendo los puertos de Sevilla, Veracruz, Acapulco y Manila. Una ruta complicada, mezcla de terrestre y marítima, llegando en el caso filipino a tener que atravesar desde el Atlántico al Pacífico, este último océano conocido como el mar de seda y plata, por la gran cantidad de productos de este tipo que surcaban sus aguas.
La doctora Borrego ha destacado también como las petacas de tabaco que llegaban de las Indias, en estos continuos intercambios, estaban envueltas en seda procedente de China. Esta seda, entonces tan barata que se usaba para envolver el tabaco, era utilizada por las cigarreras de la Fábrica de Tabacos de Sevilla para elaborar sus propios mantones. De esta transferencia comercial y cultural sin precedentes se impregnan también las etiquetas de los vinos de Jerez (especialmente las de las Manzanillas), las cuales han recogido con frecuencia la representación de estas mujeres con sus mantones, reflejando así en este etiquetado la anudación de estos tres continentes a través de tres productos como el tabaco, la seda y el vino.