La doctora en economía aplicada de la Universidad de Sevilla, Marta Soler, analizó los efectos de “La incorporación del vino de Jerez a la globalización” dentro del ciclo de conferencias de Bodegas Williams & Humbert que se pusieron en marcha en 2014.
Marta Soler Montiel, es profesora doctora del Departamento de Economía Aplicada II de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica de la Universidad de Sevilla. «La vitivinicultura del Marco de Jerez en la Globalización 1980-2002” fue el título de su Tesis Doctoral, por la cual obtuvo Premio Extraordinario de Doctorado en 2004. El contenido de esta investigación ha sido el eje central de la conferencia impartida en las Bodegas Williams & Humbert dentro del ciclo que las bodegas iniciaron el pasado 2014.
Jesús Medina García de Polavieja, director general de Bodegas Williams & Humbert, fue el encargado de presentar a la invitada de esta conferencia: Marta Soler Montiel, quien imparte clases de Economía Agraria y Política Agraria Común en el Grado de Ingeniería Agronómica y de Sistemas Agroalimentarios Sostenibles en el Máster de Agroecología y Desarrollo Rural sostenible de la Universidad Internacional de Andalucía. Está especializada en Estudios Regionales (Máster en «Urban and Regional Change in Europe» en la Universidad de Durham, Reino Unido en 1997) y centra sus investigaciones en las dinámicas territoriales, sociales, económicas y ambientales de los sistemas agroalimentarios en el contexto de la globalización y en la construcción de sistemas agroalimentarios sostenibles prestando especial atención a la producción ecológica.
La incorporación del vino de Jerez a la globalización
En su exposición, Marta Soler analizó el periodo que da comienzo en el año 1980, “cuando el vino de Jerez comienza a vivir una caída sostenida de ventas, sobre todo en los mercados internacionales, que impulsa la crisis y reestructuración local del Marco de Jerez en el nuevo contexto de la globalización”. Para la doctora Soler, “a partir de este momento, las nuevas exigencias desde la economía mundial van a impulsar procesos locales de cambio productivo, económico y sociocultural”.
Afirma que “en el mundo del vino, la globalización implica la aparición de una nueva vitivinicultura flexibilizada cuyo vínculo territorial se debilita a medida que el vino se incorpora como un producto más al negocio global de las bebidas alcohólicas. Esta vitivinicultura flexibilizada implica pasar del dominio de las bodegas, al dominio de la distribución comercial, de una viticultura familiar modernizada a una viticultura empresarial mecanizada, pasar de una enología tradicional a una nueva enología y a variedades internacionales frente a las locales, así como a una flexibilidad productiva y desarticulación local frente al arraigo territorial”.
De esta forma, la experta considera que “esta competencia global entre territorios vitivinícolas impulsa procesos locales diversos de reestructuración según las distintas trayectorias históricas y las dinámicas de expansión o crisis según los casos. La globalización juega en contra de los vinos generosos de Jerez que habían visto crecer de forma acelerada sus ventas en las décadas precedentes y se habían transformado en un producto de consumo de masas. En la globalización, los mercados vitivinícolas internacionales se muestran saturados y el poder estratégico lo ostenta la gran distribución comercial que busca nuevos vinos jóvenes de producción flexible adaptados a un mercado crecientemente fragmentado en gustos y poder adquisitivo”.
En este contexto de crisis, “se produce una reestructuración local en la que se pierde una parte importante del viñedo local y el trabajo asociado a éste, a la vez que se inicia un proceso de mecanización de las principales labores de poda y vendimia. También se pierde una parte muy importante del empleo industrial en bodegas, a medida que se reduce el número de empresas y las existencias de vino, y se desmantela la importante industria auxiliar que a lo largo de la segunda mitad del siglo XX se había desarrollado”
Esta afirmación de la doctora Soler la corroboran los datos aportados en la conferencia, relativos a la drástica reducción del número de bodegas en el periodo de 1980 a 2014, con el descenso de un 86% de los lagares, las bodega de producción un 80%, las de crianza y almacenado un 72%, y las de crianza y expedición un 48%, con la consiguiente reducción de empleo y el efecto que esto conlleva en la industria auxiliar generada en torno al vino del Marco de Jerez.
Soler hizo también referencia al capital internacional, “el cual penetra en el corazón del Marco de Jerez atraído por las redes de comercialización en el mercado nacional de sus principales bodegas e impulsa activamente el cambio de la actividad bodeguera local. De bodegas familiares locales se pasa a empresas internacionales de bebidas alcohólicas donde el vino es un producto más en una amplia gama ofertada”. Para Marta Soler, las bodegas comienzan una estrategia empresarial de diversificación productiva-elaboración de vinos jóvenes al margen de la D.O Jerez, comercialización y embotellado de otras bebidas, inversiones agroalimentarias y en otras bebidas alcohólicas y no alcohólicas-así como comienzan a desarrollar otras actividades generadoras de ingresos.
El arraigo al territorio
Pese a la profunda crisis, Marta Soler considera que “pervive en el Marco de Jerez un sistema vitivinícola local en torno a las Denominaciones de Origen, en especial el vino, arraigado en el territorio. El viñedo se mantiene, reforzándose el protagonismo de los pequeños viticultores. La elaboración de vinos y vinagres continúa marcada por normas y particularidades de crianza y calidad, vinculadas al territorio. El vino de Jerez se sigue percibiendo como un vino andaluz excepcional”. Es por esta convicción por lo que la doctora Soler concluye que “en este momento resulta pertinente realizar una valoración crítica de lo que ha implicado hasta ahora la incorporación del vino de Jerez a la globalización y las alternativas que se abren de cara al futuro”.
Este Ciclo de Conferencias celebrado en las Bodegas Williams & Humbert fue clausurado por el delegado de Impulso del Ayuntamiento de Jerez, Francisco Cáliz y contó con la asistencia de más de medio centenar de asistentes, entre los que se encontraban Joaquín Ortiz Tardío, presidente de la Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras, entidad colaboradora de este Ciclo de Williams & Humbert, o el presidente de Honor de la Confederación de Empresarios de la provincia de Cádiz, Miguel González Saucedo, entre otros.