Bodegas Vivanco ha dado el pistoletazo de salida para su vendimia tardía el pasado 20 de enero. Se trata del primer paso para elaborar una nueva añada del vino de guarda «Colección Vivanco 4 Varietales Dulce de Invierno». Un vino singular, producto de unas uvas de vendimia tardía que desafían al frío y se convertirán en un delicioso vino dulce, pionero en La Rioja, sin alcohol ni azúcar añadido.
Bodegas Vivanco ha realizado una vendimia tardía, con la que elaborará su especial «Dulce de Invierno». La «Colección Vivanco 4 Varietales Dulce de Invierno» nace en pleno mes de enero, de las uvas botritizadas de las variedades tradicionales riojanas: Tempranillo, Graciano, Garnacha y Mazuelo y su vendimia tiene lugar en los viñedos que rodean la bodega y el Museo Vivanco de la Cultura del Vino.
Estas uvas, que han resistido las inclemencias del tiempo, quedan deshidratadas en el viñedo, ello supone un menor rendimiento, que se compensa con su alta concentración dulce.
El enólogo Rafael Vivanco recupera la tradición de los vinos supurados riojanos, que se remonta a la época en la que los viticultores guardaban en casa las uvas y las comían pasificadas hasta la Navidad. Los racimos sobrantes se prensaban y se sometían a un proceso de fermentación. Después de varios meses, se obtenía un vino con un elevado contenido en azúcar residual. Ese vino, dulce pero fresco debido a la acidez que conservaba, se convertía en la bebida de postre de los días festivos o como vino medicinal, debido a su alto valor como reconstituyente.
Rafael Vivanco brinda en cada sorbo de Colección Vivanco 4 Varietales Dulce de Invierno la historia de esta tradición. Desde Bodegas Vivanco destacan «su pasión por la cultura del vino, su formación y experiencia enológica previa en Burdeos, que se complementan con su afán investigador, su espíritu innovador, el respeto por la tierra y las costumbres, y el conocimiento de las condiciones microclimáticas y edafológicas propias del viñedo de Finca El Cantillo, en Briones. Entre ellas su cercanía al río Ebro, cuyas mañanas de invierno tienen la frecuente compañía de una niebla necesaria en el viñedo». Por eso «esta particularidad, unida al buen drenaje del suelo y la presencia del Cierzo, viento frío y seco, favorece el desarrollo lento de la podredumbre noble (hongo Botrytis cinerea) en las uvas, lo que aumenta su complejidad aromática, concentración en azúcares y acidez«.
Elaboración, nota de cata y maridaje
Cada una de las cuatro variedades de uva que se vendimian en Bodegas Vivanco para realizar este vino se recolectan por separado. Tras un suave y largo prensado se obtiene un mosto que fermentará durante un mes y medio en barrica de roble francés. Después, el vino reposa doce meses en barricas del mismo roble, de diferentes tonelerías, tostados y orígenes. Cada uno de los vinos permanece con sus lías finas hasta su embotellado. Tras bâtonnage periódicos en los primeros meses, los vinos se afinan durante casi un año en botellero, donde ganan complejidad, como sucede con otros vinos dulces famosos en todo el mundo como los de Sauternes, en Burdeos (Francia), y los Tokay de Hungría.
A la vista es un vino de color anaranjado pálido, limpio y brillante, en nariz presenta aromas intensos y muy agradables a frutas escarchadas, orejones de melocotón, naranja confitada y dulce de membrillo, todo rodeado de elegantes notas florales y cacao. En boca es sensual, delicado, con un fino dulzor frutal muy fresco e integrado, que lo convierten en un vino largo, sabroso y placentero.
Para disfrutarlo en toda su plenitud, se recomienda servirlo y degustarlo entre 10 y 12 °C. A esa temperatura despliega su pleno equilibrio de aromas, su fino dulzor y su frescura. Es un vino ideal para disfrutar como aperitivo, solo, o junto a foie gras o quesos fuertes (roquefort, cabrales…). Sorprende con mariscos fríos, como ostras o bogavantes, y es un gran acompañante como vino de postre con todo tipo de tartas, dulces y frutas de temporada. También resulta perfecto como vino de sobremesa.