Las 30 obras seleccionadas en el XIII Premio Internacional de Grabado y Vino Pedro Vivanco ya pueden ser visitadas, hasta el 3 de octubre de 2021, en la Escuela Superior de Diseño de la Rioja (ESDIR). Una muestra muy especial no solo por las diversas temáticas en torno al vino, estampadas de forma magistral, sino por las circunstancias tan excepcionales en las que los artistas gestaron sus obras. «A Destiempo», obra de María Bravo Portela ha sido el grabado ganador del primer premio, dotado con 3.000€. El segundo premio ha recaído en la litografía The order of entropy, 13 de la artista polaca Anna Trojanowska.
Del 3 de septiembre al 3 de octubre, fruto de la unión entre la Fundación Vivanco y la Escuela Superior de Diseño de La Rioja (ESDIR) para auspiciar el arte y apoyar la relación entre el vino y la técnica del grabado, la Sala de Exposiciones Grande de la ESDIR acogerá la muestra del XIII Premio Internacional de Grabado y Vino Pedro Vivanco.
Es una técnica sumamente compleja que conserva, con el pasar de los años, el mismo halo de misterio: hay que esperar hasta el último minuto del proceso para descubrir el resultado. El vino, fuente de recuerdos, de emociones, de compañía, de historia, de mitos, de sabores, de formas y colores, es intrínsecamente versátil e inabarcable. Tanto que muchos artistas que han participado a lo largo de estas 13 ediciones del Premio Internacional de Grabado y Vino reconocen su fascinación por un tema inagotable.
Una oportunidad para descubrir la expresividad grabada del vino a través de la creatividad de artistas consagrados y de grabadores nobeles. Estampas de extraordinaria calidad que nacen de grabadores apasionados de esta técnica, con independencia de su edad: desde el más joven (20 años), hasta el más longevo (75 años), todos ellos tienen mucho que transmitir a través de una técnica que siempre les sorprende.
La exposición se incluye dentro de la programación del Festival Internacional de Arquitectura y Diseño de Logroño Concéntrico, que se desarrolla del 2 al 5 de septiembre.
Muchos mensajes a través de las obras
Cada obra encierra un porqué, un momento, una sensación, una inspiración. El vino no es solo una bebida con 8.000 años de historia. Es, tal y como expresan gráficamente los autores que han participado (y que pusieron al jurado en la difícil tesitura de tener que elegir entre obras de gran calidad) sinónimo de arte, del tiempo fugaz, de la densidad de un confinamiento inesperado. Pero el vino también es ese tiempo cíclico que cada año se vive en la viña, en la tierra, en los sarmientos desnudos que vuelven a florecer. Tiempo que cuidan los vendimiadores. Tiempo silencioso que esperan los enólogos. Todos, artistas del arte y del vino, han aprendido a tener paciencia.
Ha sido una convocatoria especialmente deseada y emocionante tras el aplazamiento del certamen por la pandemia en 2020. Una edición fructífera que ha dejado muchos mensajes a través de las obras. María José Miguel Villar, una apasionada de la ciencia y el grabado, viaja a través de su ombligo { } pedicelo a la esencia primigenia, al momento exacto en el que la uva pierde su nombre y se transforma.
Rafael Gómez Miguel refleja, en su obra Amanecer, las texturas de la cepa, su tronco leñoso y arqueado en lucha por la vida. Un juego de luces y sombras de la vid con la primera luz del alba, que esconde una ardua investigación de la morfología de la planta y la pasión por el grabado de este profesor, y artista, que se dedica a la estampa en cuerpo y alma.
Desirée Moreno García tuvo la tenacidad de entrelazar pacientemente, punto tras punto, un mar rojo, un paisaje de infinitas interpretaciones, colores, texturas, sabores y aromas que se transformaron en una llamativa nebulosa llamada Metamorfosis de la vid. No fueron puntos, sino miles de círculos, los que Juan Escudero trazó, día a día durante el confinamiento, hasta que su Corazón Racimo fue una realidad. Un dibujo paciente y cuidadoso, valores que asocia a la vinicultura.
El encanto de los veranos de la niñez en San Vicente de la Sonsierra, el color de la tierra, los tonos de las vides en otoño, el olor a vino de las bodegas y los paseos entre viñas fueron la inspiración para Cultura Ascentral, la obra con la que Iñaki Olabarri, una oda a la naturaleza de la parra (fortaleza que durante muchos años será el sustento de sarmientos, hojas y racimos) y al trabajo encomiable del hombre en la viña.
Una estampa que guarda emociones, como el “puro redoble de tambor” que siente cuando separa el papel de seda para ver el grabado final. María Meijide Fraga, que lleva en su ADN la belleza de la Ribera Sacra, plasmó su arte en Drama en la bodega, un desorden encantador característico de los días posteriores a la vendimia. El caos ordenado que incluye las labores de pesado de la uva, el despalillado o el encubado, delicados y difíciles de mantener bajo control, tienen su punto de azar.
También fue casualidad el motivo central de la estampa de la artista multifacética Verónica Domingo Alonso, que antes de la adolescencia, ya se había iniciado en el difícil arte del grabado. Looking for the best essence, estampa seleccionada en el XIII Premio Internacional de Grabado y Vino Pedro Vivanco, ahonda en la cara oculta del vino, la parte menos poética que, sin embargo, resume todo el trabajo que hay detrás del análisis. Verónica recuerda el momento de la inspiración: una noche, en una cena, el vino se derramó sobre el mantel. Aquellos tres círculos han quedado reflejados en su obra.
Lin Calle Corral también se preguntaba ¿hasta cuándo? Cuando se decretó el confinamiento nacional, en marzo de 2020, La Espera fue la primera obra que realizó. En ella mostró los primeros colores de la primavera, con sus flores amarillas y un intenso cielo azul. Un alivio, una declaración de intenciones a la espera del reencuentro, de una celebración cuando todo pasara.
El título de esta estampa sobre papel japonés Mingeishi también refleja la realidad de los artistas: la soledad de su trabajo y los momentos de espera propios del proceso creativo, como ocurre en el vino. Son momentos que bien conoce Wenceslao Robles Escudero, un artista que reconoce que, en su taller, no hay dos días iguales. Su Apunte de Poda I retrata una cepa recién podada, un instante preciso y relevante en el cuidado de la viña, que supone un homenaje a los trabajadores que hacen posible la mejor materia prima.
Un reconocimiento que comparte Josep Pérez González, al que le inspiran los cambios del paisaje, la variedad de formas y colores, las transformaciones efímeras, aparentes y sorprendentes del entorno del Penedés. Elogio de la tierra y la luz I reflexiona sobre la fuerza y las habilidades de los trabajadores del campo, algo que, para este artista, hermana el oficio de viticultor con el de artista.
El nombre de Retsina, el grabado del artista Javier Abad que, hace más de veinte años, se enamoró de la intensidad del negro de una aguatinta, tiene un sabor particular: el vino blanco o rosado griego que, una vez dentro de las ánforas, se sellaba con resina del pino de Alepo.
Un vino que Alicia Gallego movería con mucho arte si tenemos en cuenta su grabado, Las Danzas del Vino I: una estampa que destaca por su energía, vitalidad y fuerza positiva, una fuga que se aleja del estilo acelerado del presente. Su obra es un canto al movimiento seductor del vino, al baile sinuoso que percibimos al servirlo, el vaivén antes de catarlo, a las formas que nos enamoran al beberlo… un vino que nos envuelve con sus formas.
Son tan solo algunos ejemplos que el XIII Premio Internacional de Grabado y Vino Pedro Vivanco invita a disfrutar durante este mes de septiembre, que ya huele a vendimia.
Primer y Segundo Premio con esencia femenina
Dos mujeres firman las obras que han recibido el Primer y Segundo Premio, dotados con 3.000 y con 1.500 euros respectivamente. La madrileña María Bravo Portela ha sido la ganadora de este certamen con A Destiempo, una delicada estampa sobre papel japonés en la que se combinan las técnicas del aguafuerte y la xilografía. En ella nos habla del paso del tiempo y sus huellas, muy presente en los paisajes del vino con el ciclo de las estaciones que va tiñendo de color las viñas, y de cómo las personas percibimos este cambio a veces descompasado, y extraño, en el paisaje y en el devenir de la vida misma. La obra se enmarca en su última serie de trabajos, donde explora sobre la línea y el color con una técnica calcográfica tradicional.
La litografía The order of entropy, 13 de la artista multidisciplinar polaca Anna Trojanowska ha recibido el Segundo Premio. La obra pertenece a una serie realizada durante la pandemia, en la que se aprecia una búsqueda de refugio en un universo de formas fluidas, casi líquidas, sensuales abstracciones geométricas que evocan el eterno retorno, el paso del tiempo y la serenidad imprescindible para la creación, aspectos también trascendentales en la elaboración del vino. Una segunda obra de esta serie, The order of entropy, 15, ha sido seleccionada en el presente certamen para formar parte de la exposición.
En cuanto a las tres Menciones de Honor, la primera ha recaído en la artista catalana Nuria Batalla Tasies con su obra Superficie del tiempo. Se trata de una fotoaguatinta con chine collé en la que establece un juego de desvelar, de dejar al desnudo, con dos estampas superpuestas de un viñedo.
La segunda Mención de Honor, Corazón racimo, la firma el artista vasco Juan Carlos Escudero, una sinfonía de colores y texturas, una llamativa declaración de amor al fruto de la vid. Por último, Desirée Moreno García, con Metamorfosis de la vid, nos acerca al proceso misterioso y casi mágico que transforma el jugo de la vid en vino, gracias a la fermentación, hecho que ha inspirado su litografía premiada.
Aquí se pueden consultar todas las obras seleccionadas que responden a la colaboración entre la Fundación Vivanco y la Escuela Superior de Diseño de La Rioja (ESDIR).