La protección del medio ambiente es algo prioritario en el desarrollo vitivinícola de La Rioja. Así, con el objetivo de reducir al menos el 20% del uso de fitosanitarios se puso en marcha en 2018 el Proyecto Oídio Detection, que llegó a su fin el pasado mes de mayo con excelentes resultados. Recientemente Grupo Rioja celebró un webinar, al que asistieron unas 110 personas interesadas en saber cómo poner en práctica los resultados del proyecto.
Grupo Rioja ofreció una jornada por internet para explicar los resultados del proyecto Oídio Detection, coordinado por la asociación para desarrollar un modelo de predicción que permita la aplicación racional y sostenible de tratamientos fitosanitarios para combatir esta enfermedad fúngica. A la sesión online asistieron 110 personas, lo que muestra el profundo interés que despierta el tema en el sector vitivinícola riojano.
La jornada comenzó a las 12.30 horas con unas palabras del Presidente de Grupo Rioja, Fernando Salamero, quien destacó que, gracias al “esfuerzo que estamos haciendo entre todos, Rioja no para de trabajar bajo ninguna circunstancia”. Recordó que controlar las enfermedades de la vid preservando el medio ambiente es uno de los principales ejes de Grupo Rioja, junto con la mejora constante de la calidad de sus vinos y la competitividad de sus bodegas, que impulsan a la asociación a promover proyectos de investigación.
La técnico del Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino (ICVV), Beatriz López Manzanares, fue la encargada de exponer el desarrollo del proyecto y, a continuación, los técnicos del Servicio de Información Agroclimática, Joaquín Huete Cuevas y Vanessa Tobar, explicaron el funcionamiento de la Alerta de Oídio en la red SIAR.
Javier Aguado, representante de la empresa tecnológica Encore Lab, presentó el Programa de alertas de Oídio y de módulo de respuesta, para finalizar con la intervención de la responsable de innovación de Ramón Bilbao, que contó a los asistentes su experiencia práctica desde la bodega. Rosana Lisa, que ha participado en el Proyecto con su director técnico, Domingo Fontecha, transmitió a los asistentes que el proyecto ha sido “muy interesante y útil”, y su intención de profundizar en este campo “porque cada campaña es un mundo”.
La jornada finalizó con la intervención de la consejera de Agricultura de La Rioja, Eva Hita, quien destacó el papel de los centros regionales en la investigación vitivinícola, en colaboración con la iniciativa privada, y subrayó la protección del medio ambiente como un escenario irrenunciable para el desarrollo de La Rioja.
Objetivo: reducir al menos un 20% los fitosanitarios
El Proyecto Oídio Detection finalizó en mayo con resultados que apuntan la posibilidad de reducir un 20% la aplicación de tratamientos contra esta enfermedad o incluso más en condiciones favorables. Las conclusiones se basan en la investigación supervisada por técnicos del ICVV en dos campañas tan dispares como fueron 2018 y 2019, ya que en la primera se manifestó el Oídio con severidad mientras que 2019 fue benigno para el viñedo de Rioja.
La presencia de esta enfermedad que afecta a las hojas y tallos de la vid obliga cada año a aplicar tratamientos preventivos que conllevan un elevado coste económico y ambiental, por lo que el proyecto buscaba desarrollar un modelo de predicción que permita un uso racional de tratamientos fitosanitarios.
La iniciativa aspira a reducir, al menos, en un 20% la aplicación de fitosanitarios por parte de la mitad de los 16.500 viticultores y las más de 500 bodegas que componen el sector vitivinícola riojano. Este objetivo permitiría un ahorro económico de unos 1.100.000€ al año y una reducción de casi 10.000 litros de productos, lo que supondría una clara mejora en la sostenibilidad ambiental del viñedo.
La investigación se centró en contrastar el sistema de toma de decisiones del Modelo Gubler‐Thomas, desarrollado en California, para adaptarlo a las condiciones de Rioja y crear un modelo propio para la Denominación.
El trabajo de campo se dividió entre La Rioja Alta, con influencia atlántica, y La Rioja Oriental, con influencia mediterránea, fijando, en cada una, una zona sin tratamiento; otra, con tratamiento convencional y, una tercera, de tratamiento experimental.
Las parcelas estaban controladas mediante sistemas de información geográfica (SIG) y tecnología CESENS de monitorización con sensores de campo integrados en estaciones agroclimáticas, además de las tres visitas mensuales que los técnicos iban realizando para el seguimiento in situ. Toda la información confluye en una aplicación creada expresamente para gestionar el viñedo desde cualquier punto en cualquier momento.
En 2018 se logró reducir, entre un 20% y un 50%, el número de tratamientos en el 67% de las parcelas ensayadas. Además, el escaso ataque registrado en algunos de los testigos ya apuntaba que, en algunos casos, el número de tratamientos podría haber sido aún menor.
En la campaña 2019, en cada parcela se distribuyó al menos un testigo que no recibió ninguna aplicación de productos y tres repeticiones de los dos tratamientos a ensayar en base al criterio de elección del momento de aplicación: “predictivo”, basado en las recomendaciones del modelo Gubler-Thomas, y “convencional” basado en el criterio del viticultor.
Los resultados obtenidos en los testigos de 2019 permiten contemplar incluso la aplicación de menos tratamientos frente al Oídio y, pese a la disparidad de ambas campañas, parece factible reducir sustancialmente la aplicación de fitosanitarios en el viñedo riojano.
En el trabajo de campo han participado las bodegas asociadas Ramón Bilbao y Bodegas del Medievo y se han unido la Asociación de Cooperativas FECOAR y las cooperativas Bodegas Aradón y Bodegas Patrocinio, en colaboración con la empresa riojana de tecnología Encore Lab, la colaboración del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) y el Servicio de Información Agroclimática (SIAR). La Consejería de Agricultura de La Rioja aportó ayuda económica en el marco del programa de Grupos Operativos.