La bodega tiene el objetivo de reducir la huella de carbono año tras año y espera llegar a las cero emisiones en el 2050 a través de prácticas como la autosuficiencia energética o la transición a maquinaria eléctrica. En particular, en 2021, el 91,88% de las emisiones de la bodega provenían de actividades indirectas y la cantidad de CO2 emitida por botella es de 1,5 kg, 2 décimas por debajo de la media europea.
La bodega Herència Altés, que trabaja para reducir al máximo la huella de carbono, realiza, desde hace dos años, el cálculo de su huella de carbono. Se trata de una práctica pionera en el sector vinícola que muy pocas bodegas están llevando a cabo de forma auditada.
Cabe mencionar que el cálculo de la huella de carbono de una organización sirve para determinar el punto de partida y la distribución de las emisiones para detectar en qué áreas se pueden implantar acciones de mejora.
Auditoría de la huella de carbono de Herència Altés
Según la auditoría del ejercicio del 2021, la bodega emitió 1.291,35 toneladas de CO2, cifra que no incluye el secuestro de CO2, (la compensación de las emisiones con la captura natural de la atmósfera a través de diferentes procesos, principalmente biológicos, como la plantación de árboles y el cultivo de la viña). De este total de emisiones, el 91,88% proceden de actividades indirectas como serían la adquisición y uso de productos y servicios a terceros, sobre todo, o las emisiones del transporte, mientras que el 8,12% lo hacen de actividades directas de la bodega como las que se emiten a partir del proceso de elaboración de vino, las emisiones de transporte de los vehículos de la bodega o las combustiones estacionarias y fugitivas.
La cantidad de CO2 emitida para la producción de cada botella de vino es de 1,5 kg/botella, esto representa que las emisiones de Herència Altés por botella están 2 décimas por debajo de la media europea (1,7 kg de CO2/botella).
Asimismo, aunque la auditoría no incluye el secuestro de CO2, porque es una auditoría que sigue la normativa ISO 14065:2018 (y ésta no incluye este cálculo) desde la bodega, con la consultoría Inèdit, se ha realizado un estudio aproximado de lo que ese secuestro significaría. Este cálculo se basa en la información del tercer informe sobre el cambio climático de Cataluña de la Oficina Catalana del Canvi Climàtic (OCCC). El valor del secuestro anual medio de los viñedos de la bodega es de 0,24 Mg C/ha año.
Sobre esta iniciativa, Rafael De Haan, copropietario de la bodega, explica que “medimos nuestra huella de carbono tanto en la bodega como en el campo, antes y después de la elaboración del vino, de forma local y global para poder tomar decisiones y seguir mejorando, es decir, reduciendo las emisiones de la bodega. Así es como hemos construido un proyecto sostenible de 360º y 100% coherente”.
En este enlace es posible consultar el estudio del cálculo.
Medidas y acciones llevadas a cabo en el ciclo productivo
La bodega realiza esfuerzos a favor del medio ambiente en todas las fases del proceso de viticultura y vinicultura así como en la distribución, en el impacto en el territorio o la concienciación.
De este modo, en el campo practica la agricultura ecológica en todas las fincas desde 2015 y ahora se está aproximando a la agricultura regenerativa a través de la poda de respeto o las cubiertas vegetales que permiten la regeneración de los suelos. Este último proyecto, todavía en fase de estudio, se está llevando a cabo de la mano de Vitec, Centro Tecnológico del Vino y es una práctica compleja y pionera en territorios con agricultura de secano.
En paralelo, la bodega Herència Altés aprovecha los recursos naturales, como el agua de lluvia para la limpieza de la bodega o la orografía que, gracias a un diseño inteligente de la bodega, garantiza una temperatura estable en la sala de crianza minimizando el uso energético.
Asimismo, al elaborar vinos de mínima intervención, se evita, siempre que sea posible, el uso de productos químicos en el proceso de vinificación. En los ámbitos de la distribución y transporte destaca el hecho de que la bodega está reduciendo desplazamientos y transporte, optimizando este último al mejorar la eficiencia del transporte de mercancías.
En términos más amplios destacan dos grandes apuestas: por un lado, el proyecto medioambiental propio de la bodega que protege el paisaje y promueve la biodiversidad en 5 hectáreas de terreno a través de la plantación de especies autóctonas, la recuperación de hábitats y la forestación a través de hackings o el seguimiento de mariposas dentro del programa Catalan Butterfly Monitoring Scheme.
Por otro lado, hace más de un año, la bodega se incorporó como Silver Member en el International Wineries for Climate Action (IWCA), una asociación sin ánimo de lucro que impulsa la descarbonización del sector y ejerce de lobby para animar a otros agentes del sector a sumarse a la iniciativa.
Rafael De Haan hace hincapié en que “la sostenibilidad es una necesidad imperante en la actualidad. Necesitamos creer en su conjunto y hacer una apuesta firme por ser más sostenibles, tanto global como localmente”.
En el plano local, la bodega, trabaja en términos de divulgación a través de las visitas enoturísticas, colabora con agentes locales en proyectos que velan por el paisaje y la biodiversidad como es el caso de la ONG para la conservación de la naturaleza GEPEC y anima a los campesinos locales para que se conviertan a la agricultura ecológica.
Retos para la bodega
Para conseguir el objetivo de cero emisiones en el año 2050, la bodega se propone medir sus emisiones periódicamente, para evaluar los resultados y seguir avanzando hacia la descarbonización. De este modo, entre 2018 y 2020 la bodega redujo un 26% las emisiones derivadas del consumo eléctrico y mejoró hasta el 60% su autoabastecimiento energético. Esto fue gracias a la ampliación, en 2019, de la instalación de las placas fotovoltaicas colocadas en 2016.
En cuanto a los retos que se plantea la bodega, destacan el objetivo de dirigirse hacia la autosuficiencia energética y alcanzarla completamente a medio plazo, iniciar la transición hacia en la maquinaria eléctrica en el campo, reduciendo así las emisiones de la flota propia, y en el caso del embalaje, seguir reduciendo el peso de las botellas y eliminar las cápsulas. En esta línea, ya se han realizado cambios importantes con el uso de botellas más ligeras pasando, en algunos vinos, de botellas de 630 g a 530 g y, en otros, de 530 g a 395 g.