La empresa corchera desarrolla un estudio basado en normas internacionales, cuyos datos de referencia derivados apuntan a que su huella de carbono puede ser -45.05 o -380.39 gramos de CO₂ fijados por cada tapón de corcho. J.Vigas opta por la cifra menos comercial y la toma como punto de partida para su Plan Medioambiental.
Fiel a su compromiso real con el planeta, J.Vigas ha elaborado un Plan de Sostenibilidad, con el pretende reducir su impacto medioambiental. Para ello, antes era imprescindible identificar las etapas del ciclo de vida del tapón con mayores consecuencias para la naturaleza y conocer a fondo los baremos desde los que partir.
Por eso, J.Vigas ha llevado a cabo un estudio para conocer la huella de carbono de sus productos, y centrar así la estrategia de la empresa tomando la sostenibilidad como el valor más importante y transversal.
«El sector vitivinícola se pregunta cómo puede ser que las diferentes empresas del sector corchero den cifras tan dispares en su cálculo de la huella de carbono. Esta disparidad tan amplia puede llevar a confusión, incluso provocar suspicacias hacia todo el sector”, explica Raúl Vigas, gerente de la empresa.
«Debido a la demanda de las bodegas, distintas empresas del sector corchero han publicado, a lo largo de los últimos años, un valor de huella de carbono de sus tapones, pero sólo desde un punto de vista comercial, y los resultados difieren mucho entre ellos», afirma Raquel de Nadal, directora de Sostenibilidad e Innovación de J.Vigas.
El tapón de corcho es el cierre más sostenible que existe, y seguros de esto, la corchera apuesta por la transparencia en el cálculo de su huella de carbono, aspecto que ha hecho que tomen la cifra menos comercial derivada del estudio, como punto de partida para su plan.
«Cuando nos planteamos calcular nuestra huella de carbono fue desde un punto de vista de mejora continua y en concordancia con nuestra estrategia de sostenibilidad, siguiendo los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030«, añade Raquel de Nadal.
El desarrollo del estudio
J.Vigas, en un trabajo conjunto con el Instituto Catalán del Corcho (ICSuro) y la consultoría ReMa Ingeniería, ha elaborado el cálculo de la huella de carbono, en el que se analiza el proceso productivo en las distintas sedes de la empresa hasta el final de la vida útil del producto.
Este estudio ha seguido las directrices de la UNE-EN 14067:2018 (Gases de efecto invernadero. Huella de carbono de productos. Requisitos y directrices para cuantificación), cumpliendo los requisitos de las normas internacionales de Análisis de Ciclo de Vida (ACV) UNE-EN ISO 14040:2006 y UNE-EN ISO 14044:2006.
Para el análisis ambiental, se ha utilizado la metodología del ACV normalizada en la serie de normas ISO 14040s. Además, se ha seguido el documento UNE-EN 14067:2018, con el fin de cumplir todos los requisitos.
Los resultados de este análisis en profundidad concluyen que el proceso de producción de esta empresa tiene un impacto de 24.07 gramos de CO₂ por tapón.
«Esta es la cifra que para nosotros es estratégica, porque es donde podemos incidir para reducirla. Poder identificar las etapas del ciclo de vida del tapón con mayores impactos ambientales nos ayuda a impulsar acciones de mejora, optimizando nuestro proceso productivo mediante un Plan de Sostenibilidad«, detalla de Nadal.
Estudios de referencia
Para conocer la huella de carbono del corcho antes de entrar en el proceso productivo, el ICSuro ha analizado diferentes estudios existentes de retención de carbono de los alcornocales, como son Montero, G. et al. (2005); Pereira, J.S. et al. (2007); Gracia, C. et al. (2010); Costa-e-Silva, et. Al. (2015) y Spampinato, G. et. Al. (2018).
Dichos estudios proponen cifras de secuestro de carbono de los alcornocales entre -1.9 y 11.0, toneladas de CO₂, por hectárea y año. Para una mayor objetividad, se ha tomado como referencia la media de los diferentes resultados, es decir, -4.8 toneladas de CO₂ retenidas por cada hectárea de alcornocal en un año.
Para obtener un resultado más preciso, el ICSuro ha analizado también los servicios ambientales que representa el sector corchero en relación a los bosques de alcornocales. Se tomó como referencia el estudio de Rives, J. et. al. (2013), que estima que el sector corchero representa el 28% del valor económico de dichos servicios ambientales, por lo que el sector corchero no debería adjudicarse todas las toneladas de CO₂ retenidas por los alcornocales, sino tan solo ese señalado 28%.
El estudio de Sierra-Pérez, J. et al. (2015) considera que, de una hectárea se extraen de promedio 107 kg de corcho por año (promedio anualizado de un periodo de saca), del cual el 70% es corcho apto para fabricar tapones.
Teniendo en cuenta todas estas consideraciones, antes de entrar en el proceso productivo, cada tapón de corcho para vino tranquilo fija -69.12 gCO₂. Si se suma esta cifra al resultado del estudio del proceso productivo de la corchera (24.07 gCO₂), sale que cada tapón fabricado por J.Vigas retiene -45.05 gramos de CO₂.
«Si tomáramos como referencia los datos de los estudios más interesantes a nivel comercial (las -11 toneladas de CO₂ por hectárea en lugar de la media de -4.8, un aprovechamiento mayor del corcho y obviando el porcentaje del 28% de servicios ambientales), el resultado para nosotros sería que retenemos -380.39 gramos de CO₂ por tapón de corcho. Sin embargo, consideramos mucho más real la cifra de -45.05 gCO₂, porque responde a unos criterios más estrictos a nivel científico, aunque a nivel comercial no sea tan espectacular«, añade Nadal.
Para finalizar, esta representante de J.Vigas ha querido concluir lo siguiente: «No existe una norma UNE que armonice un método de cálculo para la huella de carbono, por lo que nuestro propósito, más allá de su valor, ha sido desarrollar un cálculo que pueda servir para una futura estandarización, con el objetivo de dar respuesta a la demanda del sector vitivinícola«, concluye de Nadal.
Más información en este apartado de la web de J.Vigas.