NOW/Unit, la unidad de innovación y estrategia de dommo.x, acaba de lanzar un estudio sobre tendencias en el mundo del vino (y en cerveza). Se trata de un análisis de los comportamientos de los consumidores y de cómo este tipo de bebidas están adaptándose a las distintas exigencias del público, entre otros aspectos.
España es un país cuya tradición ha ido siempre unida al vino. De hecho es el tercer país productor de vino a nivel mundial. Así lo recoge la agencia creativa dommo.x a través de su unidad NOW/Unit que ha realizado un estudio sobre tendencias del mundo del vino (y también de cerveza) donde se fija en varios factores que van a influir en el mundo del vino.
Los nuevos consumidores, la digitalización e incluso el impacto del cambio climático han cambiado el panorama del mundo del vino. Nuevos lugares, historias y productores introducen un soplo de aire fresco en este sector con más de 8.000 años de historia.
¿De dónde vendrá el vino del futuro?
Lucas Payá, antiguo jefe de sumilleres de El Bulli predice que en 2050, no se podrá beber Borgoña, y sólo cuatro afortunados habrán tenido el placer.
Con cada grado centígrado que aumenta la temperatura del planeta, los lugares idóneos para cultivar vino se desplazan. Hoy sorprende que surjan nuevas zonas de producción de vino de calidad de diferentes variedades que nunca se esperarían como China, Japón o India, pero en unos años dejará de ser una sorpresa.
De hecho, algunos de los productores de élite de las zonas más tradicionalmente “aristocráticas” de producción vinícola, como la centenaria bodega de Champagne Taittinger, se lancen a comprar 70 hectáreas en el condado inglés de Kent. Su intención es elaborar un vino espumoso de gran calidad, que, quién sabe si en algún momento llegará a competir con su Champagne.
El mejor vino del mundo de 2020, probablemente hoy, no existe. No se trata del apocalipsis de las denominaciones de origen, ni el fin de la tradición y las historias de producción de generaciones. Sin embargo, el contexto, en el sentido más físico y natural de la palabra está cambiando, y esto afecta a nivel estructural a un producto de origen natural como el vino. El futuro es incierto, y eso, a la vez que da miedo, nos encanta.
Países impensables podrían llegar a ser la cuna del vino; China se convertirá, en los próximos cinco años el país mayor productor de vino. Nueva Zelanda ya posee 20.000 hectáreas dedicadas a su producción, y sus vinos están entre los siete mejores del mundo según la revista Wine Spectator.
Las historias de la marca importan más que nunca
La gente ya no busca únicamente un vino. No vale con la etiqueta de gran reserva, o el “desde 1890”. El conjunto del packaging y el storytelling son muy importantes, ya que las experiencias y sensaciones más emocionales cobran más importancia.
Es aquí donde bodegas jóvenes con vinos de calidad cambian las reglas trabajando las historias de marca. Historias que nacen desde un contexto, contextos cercanos al lugar de origen y momentos que vive el consumidor. Como es el caso de Gran Cerdo, que hace referencia a los banqueros que les negaron un crédito con el que querían elaborar su vino. Una nueva forma de posicionar el vino, creando marcas que permitan conquistar a las nuevas generaciones de bebedores.
Las generaciones que vienen no confiarán en un vino por ser más caro o por su procedencia de los viñedos más antiguos, ya que hoy empieza a abrirse a la independencia, al descubrimiento y a la exploración conectando con los valores millennial.
Elementos como el diseño o tener una historia que contar cuando llevas la botella a una cena, se convierten en los «selling points» de muchas marcas que buscan conectar con los valores millennial. Sin embargo, esto no quiere decir que desaparezca el culto por el vino y su tradición. Nos encontraremos en una categoría donde convivirán públicos diferentes con intereses y necesidades más variadas que nunca.
Otro ejemplo es Casa Rojo, una bodega con ocho denominaciones de origen, que representa el éxito de la enología creativa. Cada uno de sus vinos tiene un storytelling propio, y con menos de 6 años de historia, ya han conseguido colocar algunos de ellos como los mejores del país en su categoría.
Innovación, pasión y saber hacer se unen para dar un soplo de aire fresco a un sector tan tradicional como el del vino.
La revolución digital también llega al vino
Hasta un sector como el vino se ve afectado por la era digital. Hoy en día, cada vez más, las bodegas cuentan con plataformas que ponen el mundo del vino al alcance de cualquiera.
El consumidor está más cerca del conocimiento que nunca, con apps como Crync, que, con solo escanear la etiqueta ofrecen toda la información y puntuación sobre un vino.
Otras propuestas como Vinebox, se centran en el descubrimiento, con un servicio de suscripción digital que envía mensualmente, a través de varios tubos monodosis para que el consumidor pruebe y experimente en primera persona las diferentes variedades.
Hoy tenemos a nuesto alcance cientos de herramientas digitales que favorecen el aprendizaje, el desarrollo del criterio, y la exploración. Ecommerce, opiniones de expertos e información en tiempo real se dan la mano para democratizar un mundo antes elitista y basado en la figura del experto.
No sólo ha cambiado la forma de comprar, sino la forma de producir. La tecnología está ayudando a mejorar todos los procesos relacionados con la uva. Ya hay viñedos que utilizan Big Data para optimizar la producción. En el caso de Pago de Carraovejas, más allá de los datos, se utilizan dispositivos como los drones para controlar la evolución de la uva en todas sus hectáreas.
La revolución digital también llega al vino. Y es que, el conocimiento del vino se democratiza gracias a su entrada en el mundo digital.