Las variedades de vid resistentes a enfermedades fúngicas como el oidio y el mildiu son motivo de debate actualmente. La necesidad de reducir el uso de tratamientos fitosanitarios por su impacto ambiental y por la restricción normativa de su uso, hace que la mirada de productores e investigadores se vuelva hacia las variedades resistentes. Así, con el objetivo de debatir el uso de estas variedades y la necesidad de empezar programas de mejora genética para alcanzar una producción más sostenible se llevó a cabo una jornada organizada por el IRTA y la red de investigación RedVitis.
Un total de 40 expertos de distintas universidades y centros de investigación se reunieron en el Ayuntamiento de Vilafranca del Penedés para debatir los pros y contras del uso de estas variedades resistentes para combatir la incidencia del oídio y el mildiu. Además se analizó la necesidad de empezar programas de mejora genética en esta línea en el país, propiciando el debate entre todos los agentes implicados para poder contrastar sus puntos de vista.
El debate contribuyó a entender mejor cómo este tipo de material vegetal puede cambiar al menos algunos de los modelos vitícolas actuales.
Estas variedades, algunas autorizadas hace años en países europeos como Suiza y Alemania, donde fueron seleccionadas, están viviendo un momento de expansión en Italia y, próximamente en Francia, donde hace tiempo que existen programas de mejora específicos en este sentido.
En España, también existe una iniciativa pública, canalizada por el IMIDA, para la obtención de Monastrell y variedades de uva de mesa resistentes a estas enfermedades, mientras que, en el Penedès, la iniciativa privada de las bodegas Albet i Noya, Alta Alella i Celler Josep Piñol persigue conseguir introducir resistencia en variedades autóctonas, como el Xarel·lo o el Macabeu, entre otras.
Excelente herramienta para la gestión de enfermedades del viñedo
En lo que hace referencia a oídio y el mildiu, las enfermedades para las que el trabajo de introducción de resistencias está más avanzado, se incidió en que son enfermedades con las que se convive controlando sus efectos, si bien futuras restricciones en el uso del cobre podrían cambiar esta situación.
Las variedades resistentes se ofrecen por tanto como una excelente herramienta para la gestión de enfermedades del viñedo. Es importante hacer notar que no pretenden llegar a proporcionar un cultivo de tratamiento cero. Se ha comprobado que es necesario introducir un mínimo de dos genes de resistencia a cada enfermedad, para hacer que la resistencia sea efectiva y más duradera. También se recomienda mantener un número reducido de tratamientos para controlar otras enfermedades minoritarias que se mantienen a raya con los mismos productos. Un aspecto a tener en cuenta en este sentido es que tampoco está clara cuál será la futura presión de enfermedades en el contexto del cambio climático, aunque en ciertas zonas se prevé una reducción de las condiciones más favorables para su desarrollo.
En un futuro próximo se requerirán esfuerzos combinados entre centros de investigador, sector y administración pública para que los programas de mejora puedan tener éxito
La tipicidad de los vinos de cada región, que en muchos casos se asocia a las variedades cultivadas, también es una cuestión relevante. Se pueden obtener variedades genéticamente razonablemente parecidas a las variedades originales en su perfil enológico y agronómico. En el proceso de selección que suele durar entre 10 y 20 años, además de seleccionar por los caracteres ya mencionados, se podrían y deberían añadir otros, tales como su adaptación a las condiciones de cultivo, especialmente para sequía, en aquellas zonas donde se prevé una disminución de agua disponible y donde la posibilidad de regar será baja o nula. Para acelerar los procesos de selección del material vegetal será imprescindible hacer una selección asistida por marcadores moleculares y mejorar las tecnologías de fenotipado masivo.
Otros puntos tratados fueron la regulación en cuanto al registro y autorización de las variedades, su nomenclatura respecto a las variedades de origen o sobre la financiación que se requiere para llevar a cabo esta tarea de mejora a largo plazo.
Durante la jornada, se llegó a un consenso sobre la utilidad de las variedades resistentes a enfermedades como una herramienta útil para una viticultura con menor utilización de residuos, más respetuosa con el medio ambiente, pero no como solución única. En un futuro próximo se requerirán esfuerzos combinados entre centros de investigador, sector y administración pública para que los programas de mejora puedan tener éxito.
Además, durante la reunión se hizo repaso de las actividades desarrolladas a lo largo de los dos años, especialmente jornadas técnicas, científicas y en colaboración con empresas, la Escuela de Verano RedVitis, elaboración de artículos científicos y de divulgación en el conjunto del grupo… Finalmente se revisó la propuesta presentada a la nueva convocatoria de redes de excelencia, en una apuesta de continuidad, a la vez que innovadora: RedVitis 2.0.