La bodega canaria El Grifo, estrechamente ligada al artista César Manrique tanto por su legado artístico presente en la bodega como por la amistad personal con sus propietarios, le rinde un homenaje en este año del centenario de su nacimiento. Así lanza una edición especial de Malvasía de César, un monovarietal de Malvasía Volcánica de la añada 2017, de la que tan solo existen 14.000 botellas numeradas.
Lanzarote se vuelca en la celebración este año del centenario del nacimiento del artista César Manrique quien siempre será recordado por el legado que dejó en la isla. Por su parte, la bodega más antigua de Canarias, El Grifo, le rinde su homenaje particular con la edición especial Malvasía de César.
Es un blanco seco de guarda, un monovarietal 100% Malvasía Volcánica, uva autóctona de la isla y que es cultivada a pie franco en el sistema tradicional lanzaroteño. Es decir, bajo arena volcánica y muros de protección.
La añada corresponde a 2017, que fue criada sobre lías durante más de un año. Y tan solo existen 14.000 botellas numeradas porque es un vino realmente especial. Así también era la relación de amistad entre Manrique y la familia, que hoy sigue al frente de la bodega.
Un museo, una etiqueta inconfundible, un logotipo…
La relación de amistad entre César Manrique y Antonia Rodríguez Bethencourt, madre de los actuales propietarios, se remonta a la infancia ya que ambos eran vecinos en el Arrecife de los años 20 del siglo pasado.
1981 marcó un hito para la bodega: se precisa ampliar las instalaciones y Manrique, gran proteccionista de Lanzarote y de su arquitectura, les anima a construir otro espacio y así preservar las antiguas instalaciones de la bodega, que posteriormente se convertirían en el Museo del Vino, en cuya puesta en marcha colabora desinteresadamente y que en la actualidad, recibe más de 40.000 visitantes al año.
Además, el polifacético creador afirmaba que dada la similitud en su etiquetado, con frecuencia se equivocaba de vino y, siendo entonces su favorito el Malvasía Semi, decidió diseñar una etiqueta realmente diferencial. Por supuesto, con su sello totalmente personal y reconocible.
Manrique hizo una reinterpretación del animal mitológico conocido como el ‘Pájaro Grifo’, identidad corporativa de la bodega desde 1990
Como relevante fue la reinterpretación que hizo del animal mitológico conocido como el ‘Pájaro Grifo’, identidad corporativa de la bodega desde 1990. Firmó el monumento a dicha figura, en las dos puertas de entrada.
Además, ayudó a dar a conocer el vino de Lanzarote a comienzos de los años 80, llevando a sus exposiciones en Alemania varias cajas de Malvasía El Grifo junto con los cuadros. Así, Manrique siempre ejerció como gran embajador no solo de la isla, sino también de la firma.
Edición especial Malvasía de César
Fue un vínculo que se fortaleció con el paso del tiempo. Como este vino, de aroma denso y profundo, alta graduación y elevada acidez, apto para una crianza (tres meses en barrica y un total de 15 con sus lías) en la que desarrollará sus mejores cualidades. Porque, frente a la creencia de que esta uva cuánto más joven mejor, El Grifo rompe con la tradición del vino del año.
La bodega lo produce desde 2010, seleccionando solo los mejores racimos, y es una de las referencias más premiadas, como muestra: la medalla de oro otorgada, el pasado mes de marzo, en el concurso Berliner Wein Trophy.
Gracias a la inestimable colaboración de la Fundación César Manrique, la etiqueta de la botella muestra un fragmento del mural titulado «Lanzarote» y realizado en 1953, emplazado originariamente en la primera terminal del aeropuerto de la isla. Durante este año tan especial, el mural que ha sido restaurado por un equipo del Museo del Prado, se expondrá en la sede de dicha fundación.
Nota de cata Malvasía de César
En cuanto a la nota de cata y debido a la crianza, presenta un color amarillo pajizo, limpio y brillante. Con el paso del tiempo, evolucionará hacia tonalidades oro.
De aroma profundo, maduro y balsámico, recuerda a rosas, azahar, eucalipto y es ligeramente tostado. La entrada en boca es muy buena, untuosa y persistente, con final de frescura cítrica.
En definitiva, se trata de un vino muy elegante y complejo, con personalidad propia y que refleja de forma muy fiel el tesón de El Grifo por obtener vinos únicos enfrentándose para ello, incluso, a la naturaleza. El suyo es el viñedo de lo imposible…