Neiker ha realizado un estudio sobre el cambio climático y su efecto en los vinos de Tempranillo. Los científicos han investigado el comportamiento de las vides en una situación de mayor temperatura, mayor presencia de CO2 y ambiente más seco en diferentes suelos. Las condiciones climáticas previstas para el futuro dan lugar a mostos con menor concentración de antocianos, por lo que resultan vinos con menor intensidad de color.
El cambio climático afectará a la calidad de los vinos de la variedad de uva Tempranillo, según las conclusiones de una investigación llevada a cabo por el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, Neiker-Tecnalia, en colaboración con la Universidad de Navarra y la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Científicos de estos organismos han investigado el comportamiento de las vides en condiciones de cambio climático; es decir, mayor temperatura, mayor presencia de CO2 y mayor sequedad ambiental. El resultado es un mosto con menor contenido de antocianos, lo que da lugar a vinos de Tempranillo con menor color y, por tanto, menor calidad. Los resultados de la investigación, dirigida por el ingeniero agrónomo Urtzi Leibar, se presentan hoy 29 de abril en el congreso de la European Geosciences Union (EGU), que se celebra en Viena (Austria).
Resultados de la investigación sobre los vinos de Tempranillo
La investigación se ha llevado a cabo en invernadero con vides de la especie ‘Vitis vinifera cv. Tempranillo’. Los tres factores estudiados fueron cambio climático, estrés hídrico de la planta y textura del suelo. Para analizar el efecto del cambio climático en la uva, se colocaron vides en condiciones de mayor presencia de CO2, mayor temperatura y menor humedad relativa y otras vides en las condiciones climáticas actuales.
Además de los cambios de CO2 y temperatura, se prevé que el cambio climático provoque una bajada de las lluvias y un reparto de estas en eventos más extremos. Por este motivo, los investigadores llevaron a cabo dos tratamientos diferentes a las vides. Uno de ellos con plantas debidamente hidratadas (20-35% de contenido de agua en el suelo) y el otro tratamiento consistió en plantas sometidas a déficit hídrico, a las que se regó con un 40% menos de agua. En cuanto al suelo, se estudiaron tres texturas diferentes, con un contenido de arcilla del 9%, 18% y 36%.
La investigación se ha llevado a cabo en invernadero con vides de la especie ‘Vitis vinifera cv. Tempranillo’. Los tres factores estudiados fueron cambio climático, estrés hídrico de la planta y textura del suelo.
Entre los resultados más relevantes en cuanto a parámetros productivos y cualitativos, se observó que el cambio climático adelantó la vendimia en nueve días. Este adelanto redujo la concentración de antocianos, lo que dio lugar a vinos tintos con menos color. Por otra parte, provocó un aumento del pH del mosto. El nivel de pH es un factor de interés para las bodegas, ya que debe ser bajo para que los vinos se conserven de manera óptima.
El déficit de agua, por su parte, retrasó la maduración –la vendimia se llevó a cabo diez días más tarde- y disminuyó el crecimiento de la viña. Este hecho supuso igualmente un aumento del pH del mosto y una disminución en el contenido de polifenoles. Los polifenoles se encuentran en la piel y pepitas de la uvas, y confieren aroma, color y sabor a los vinos. En cuanto a los suelos, los más arenosos –con menor contenido de arcilla- produjeron mostos con mayor cantidad de antocianos, lo que redunda en vinos de mayor color.
Una información útil para el sector vitivinícola
El estudio de Neiker-Tecnalia, la Universidad de Navarra y la EEAD-CSIC se marca como objetivo final disponer de información que ayude al sector vitivinícola a moderar los posibles daños de las condiciones climáticas previstas o, en su caso, aprovechar las oportunidades que se puedan presentar.
El clima es el factor que mayor influencia tiene sobre la idoneidad de una región para el cultivo de la vid y la producción de vino, puesto que afecta directamente al desarrollo del viñedo y la calidad de la uva. Por tanto, el cambio climático es un aspecto que debe ser tenido muy en cuenta por el sector.
La superficie estatal de viñedo asciende a 954.000 hectáreas, lo que supone el 5,6% de la superficie total cultivada. «El sector vitivinícola constituye una actividad de gran importancia por el valor económico que genera, la población a la que da empleo y el papel que desempeña en la conservación ambiental», concluyen en la información remitida por Neiker-Tecnalia.
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