En los años 70, el consumo de vino en nuestro país se situaba en 40 litros por persona al año, cifra que se ha ido reduciendo hasta los 21 litros que se consumen en la actualidad, dato que está muy por debajo de lo que cabría esperar para un país productor y de gran tradición vinícola como es España. En opinión de Manuel Pimentel, este retroceso es consecuencia de los cambios sociales que en las últimas décadas ha experimentado el país y que han dibujado nuevos escenarios que bodegas, cooperativas, viticultores y consejores reguladores han de tener en cuenta si quieren revertir la situación. Así, los nuevos paradigmas que definen las tendencias de consumo a día de hoy son:
〉 1. Sublimación de lo natural. Según el exministro, vivimos en una sociedad urbana que consume naturaleza e idealiza lo natural y, para él, ningún producto simboliza tan bien lo rural y natural como el vino. Esta tendencia de asociar el vino con la naturaleza y con el terreno jugará a favor de las denominaciones de origen, ya que la nueva sociedad no querrá un vino a secas, sino un vino de comarca cuyas características organolépticas estén vinculadas a unas costumbres y a una tierra en particular. Esta sensibilidad por lo natural exige, además, sostenibilidad en los procesos de transformación y crianza.
〉 2. Obsesión por la salud. Vivimos en una sociedad obsesionada por lo saludable, la calidad de vida, el estar en forma y que aspira a la eterna juventud. El vino, a diferencia de otras bebidas, cuenta con atributos saludables que se deben potenciar como, por ejemplo, las ventajas antioxidativas y cardiovasculares de las variedades tintas.
〉 3. Priorización del ocio. Para los millennials, tan importante es la vida profesional como el compatibilizarla con la personal y familiar y el ocio. En este sentido, el vino ganará en consideración como bebida estelar de los actos sociales, de agasajo y ocio, pero perderá cotidianidad: no se beberá cualquier vino cualquier día, sino un buen vino los días especiales. Por lo tanto, se impondrán los vinos asociados a la calidad y que evoquen un relato propio. En este contexto, el enoturismo será también una tendencia al alza.
〉 4. Sociedad solitaria que precisa socializar. La tertulia diaria es cosa del pasado. El consumo de vino pasará de ser algo cotidiano a algo lúdico y valorado. Agasajearemos con vino y por eso se buscará la calidad, la diferenciación, el prestigio y la personalidad. Esta circunstancia ha de ser aprovechada por las denominaciones de origen ya la diferenciación y la calidad son sus atributos esenciales. Asimismo, crecerá el consumo social de vino en los locales de hostelería, algo que encaja a la perfección tanto con nuestra afición a salir como con nuestro pefil de país turístico, que recibe a 60 millones de personas cada año. Por otro lado, en casa puede aparecer un consumo doméstico de calidad, siguiendo la corriente de los países nórdicos y centroeuropeos denominada hyggie, que busca la felicidad de las pequeñas cosas y los placeres que ofrece el hogar.
〉 5. Valorización de la cultura. La nueva sociedad no beberá vino solo por sus características organolépticas o deleite gastronómico, también lo hará para participar de la cultura y los valores que simboliza. Y es que ningún alimento posee los atributos culturales que tiene el vino, lo que lo convierte en todo un tesoro.
〉 6. Digitalización de la sociedad. Viviremos (o ya vivimos) en una sociedad digital, que toma sus decisiones de consumo en Internet y en la que el individuo es, al mismo tiempo, consumidor y prescriptor. El vino tendrá que dar la batalla, por tanto, en el espacio digital, encontrar su hueco y correlacionar su imagen virtual con su consumo real. Además, en el futuro se regalará más vino e Internet se convertirá en la mayor de las vinotecas.
〉 7. Exigencia de calidad y diferenciación. A día de hoy, las personas exigen mayor calidad, mayor diferenciación y mayor variedad con el fin de ajustar el consumo a sus propios gustos. Además, quieren sentirse especiales y están dispuestos a pagar por ello. En este sentido, Manuel Pimentel quiso subrayar que los vinos generosos de crianza biológica como los que elabora Williams & Humbert son una rareza enológica, lo que les otorga un halo de diferenciación que no debe ser desaprovechado.
〉 8. Una sociedad envejecida y más diversa. Aunque vivimos en una sociedad cada vez más envejecida, no se pueden olvidar realidades como la inmigración que nos sitúan en un escenario diverso en el que aparecen nuevos potenciales consumidores de vino, que las bodegas deben aprender a gestionar.
〉 9. Ya no se consume, se participa de un relato. El consumidor ya no compra productos, sino las historias que estos representan. El marketing ha pasado de la imagen de marca a la historia de marca. En este contexto, los consejos reguladores han de saber crear y vender el relato de las denominaciones de origen, y las bodegas han de encargarse de construir y comunicar el relato de su propia marca.
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3 Comments
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Imagino que algún dia de estos se empezarán a llamar las cosas por su nombre.
Se creará una asociacion de los que canten las verdades, con mayúscula, sobre el vino y tal vez ese día se vuelva a consumir más y mejor vino.
Saludos esperando ese día
Totalmente de acuerdo con lo dicho por Ignacio.-la comercialización del vino canalizada por donde va, desconoce totalmente la historia de vino y de sus sacrificados productores y las cualidades de un consumo responsable.-No es mejor vino el que tiene mejor marketing. La exageración de éste va contra el vino y reduce su consumo. Esperamos lo imaginado por Ignacio con ansias, seguro muchos pensarán igual……
descarten es lo que pienso