Conocer Rioja Alavesa es toda una experiencia, el olor y el color de los viñedos persiste días después de la visita. Un viaje que gracias a Ardo Koloreak y a una guía de excepción, Inés Baigorri, gerente de Abra, la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa, nos mostró las características de unos vinos ligados a su tierra, producto del esfuerzo y del trabajo en el viñedo, su principal baza.

El alma de Rioja Alavesa es verde, como sus viñedos, si el viaje se realiza en primavera, pero podría haber sido de tonos dorados y rojizos de haber sido otoño. Unos colores que marcan las estaciones y los vinos, como la campaña Ardo Koloreak, que quiere dar a conocer el secreto de los vinos de Rioja Alavesa. La traducción de Ardo Koloreak es «colores del vino», un reflejo de los de la tierra que les da la vida.

El viaje arrancó el pasado 23 de mayo desde Bilbao hacia la Sierra de Cantabria para hacer un recorrido intenso durante un día y que incluyó lagares rupestres, un viñedo centenario, visitas a varias bodegas y también a un dolmen. Los viñedos serían una constante del recorrido ya que la vida en Rioja Alavesa gira en torno al vino, como explicó Inés Baigorri, gerente de Abra, la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa y guía experta durante el trayecto.
Rioja Alavesa es una estrecha lengua de tierra de unos cuarenta kilómetros de longitud y ocho kilómetros de anchura que se extiende por el sur de Álava, entre la Sierra de Cantabria y el río Ebro. El clima de transición atlántico-mediterránea le garantiza a la mayoría del viñedo unas dosis suficientes de sol y de agua; la orientación al sur de ese viñedo asentado en las faldas de la Sierra de Cantabria supone el máximo aprovechamiento de la luminosidad estival. Y la tradición vitivinícola ha sido una constante y casi una necesidad, puesto que Inés Baigorri aludió a las características del suelo «pobre» para otros cultivos, un hecho que provocó una especialización ya que la viña era lo que se daba bien. En Rioja Alavesa no son agricultores, sino viticultores, destacó en sus explicaciones la gerente de Abra.

1. Un lagar rupestre

Un breve paseo entre campos de viñas y llegamos a los lagares rupestres del municipio de Labastida, fundamentales para la elaboración de vino. En ellos se pisaba la uva y sus orígenes datan de la época medieval.
Se excavaban sobre afloramientos rocosos y en ligera inclinación y se componían de pileta, el lugar donde se pisaba de formas redondeadas, el torco o depósito para recoger el líquido y el canal que unía la pileta y torco.

2. Un viñedo centenario de Dominio de Berzal

De Labastida la siguiente parada es en Baños de Ebro en Bodegas Dominio de Berzal, donde nos recibe uno de los tres hermanos Berzal, José Luis. De las instalaciones de la bodega nos lleva hasta un viñedo centenario, superviviente a la plaga de la filoxera. Las cámaras de fotos disparan a algunas de las estrellas del día: estas vides retorcidas tan bellas e imperfectas. En otro viñedo cercano nos muestra también la transformación que están realizado del viñedo en vaso a espaldera.

De nuevo toca regresar a la bodega para probar los vinos de Dominio de Berzal, claros exponentes de los vinos de Rioja Alavesa, por su forma de elaboración, en algunos casos, mediante maceración carbónica. Este proceso es típico de esta zona. El racimo de uva se introduce entero en el depósito sin separar el fruto del raspón. Se fermenta a una temperatura controlada de 26º C y pasados unos días se realiza el prensado, el líquido saliente del prensado y el mosto del depósito siguen la fermentación. Lo que se consigue es la máxima fructosidad y expresividad, características de los vinos elaborados mediante este método.

La compañía, el aperitivo y cómo no el vino, sería un momento para recordar como los siguientes que vinieron. Los vinos abiertos y catados: Dominio de Berzal Blanco 2014, Dominio de Berzal Maceración Carbónica 2014, Dominio de Berzal Crianza 2011, 7 Varietales y Dominio de Berzal Selección Privada 2012.

3. Una cueva subterránea donde se hacía vino perteciente a Bodegas López de Oria

Sin querer abandonar los «dominios» de Berzal arrancamos hacia Laguardia, previo paso relámpago por Elciego, otra población que concentra gran cantidad de bodegas, pero en la que fue imposible detenerse por falta de tiempo.
Laguardia fue fundada en el siglo X como defensa del Reino de Navarra y cuenta con fuero desde 1164. Su conjunto conserva el trazado urbano medieval, rodeado de las murallas que le confieren un especial encanto, con dos importantes iglesias en cada extremo con claros indicios de fortalezas. Entrando en su casco histórico que merece la pena ver y recorrer, el destino es una casa familiar para hacer una sorprendente visita a una bodega subterránea. Lo mejor: que está conservada tal y como se utilizaba para hacer vino por los antepasados de esta bodega. Pertenece a Bodegas López Oria, que hace los vinos Pola (blanco, rosado, tinto y el vino de autor Pola Antonio López) y López Oria (blanco y tinto crianza).

Esta cueva ha sido la que ha dado origen a la firma vitivinícola, puesto que Antonio López Coca «Polilla», abuelo de los actuales propietarios, comenzó a elaborar su propio vino en esta cueva que poseía en medio del pueblo, construida a finales del siglo XVII. En 1998 edificaron la bodega actual a 500 metros del centro de Laguardia en la carretera hacia Elvillar.
Sin duda poder conocer de primera mano la cueva y estar en ella, ayuda a comprender el arduo esfuerzo por realizar vino que suponía trabajar en estos lugares con escasos medios y en unas condiciones muy diferentes a las actuales. Tradición, sacrificio y mucho empeño han sido la semilla de las actuales bodegas de Rioja Alavesa.

4. Una visita entrañable y comida familiar en Eguren Ugarte

Desde Laguardia nos desplazamos hasta Eguren Ugarte, lugar elegido para comer. De nuevo entre viñedos se alza el complejo que alberga Eguren Ugarte y que incluye las instalaciones de la bodega, un hotel y el restaurante. Nos recibe Asun Eguren, la hija del creador de esta empresa, Victorino Eguren. En la entrada el omnipresente Victorino tiene su propia estatua para recibir a sus visitantes, en sus manos un racimo de uvas y una botella de vino de Eguren Ugarte. El restaurante está completo y nos aguarda la sorpresa de comer en el txoko de la familia, previo paso por las cuevas construidas por Victorino, con su mujer y sus hijos y que albergan nichos con botellas de vino de Eguren Ugarte que se alquilan a quienes estén interesados. Un laberinto cuyas calles están bautizadas con nombres de calles de las ciudades de Bilbao, Vitoria, Donostia y Pamplona.
Tras una amena y copiosa comida en familia con Victorino, su mujer Mercedes, su hija Asun y algunos trabajadores de la bodega, en la que no faltaron sus vinos, subimos por el espectacular ascensor panorámico desde el que se ve la sala de barricas para conocer una de las habitaciones del hotel. Moderna y confortable, pero lo que más envidiamos fueron las fantásticas vistas de la terraza sobre las viñas y la sierra.
Allí dejamos a Victorino y familia, un infatigable creador que sigue cavilando para hacer crecer su bodega, que ha escrito ya un libro («Lo bueno que me ha hecho el vino») que puede encontrarse en el hotel y bodega y que está pensando en su siguiente obra.

5. El Dolmen de la Chabola de la Hechicera, un monumento funerario rodeado de viñedos

La siguiente parada es el «El Dolmen de la Chabola de La Hechicera», cercano a la población de Elvillar. Fue descubierto en 1935, aunque data de unos 5.000 años de antigüedad. Su cámara está formada por 9 losas que describen una figura poligonal y la galería está compuesta por 5 losas más las de cierre. La losa de cubierta tras ser restaurada (estaba partida en tres) fue colocada en la que se supone fue su posición original.

Como anécdota Inés Baigorri nos contó que la víspera de las fiestas, hacia mediados de agosto, se celebra un akelarre en las inmediaciones del dolmen.

6. Una bodega al más puro estilo de los «châteaus» franceses: Bodegas Jilabá Luis Angel Casado

Finalmente nos aguarda la última bodega del recorrido, todas han sido diferentes, pero todas en el fondo tienen puntos en común, puesto que su origen está en las tierras de Rioja Alavesa y cuentan con una tradición familiar muy arraigada.
Bodegas Jilabá – Luis Angel Casado presenta un aspecto que recuerda el estilo de los «châteaus» franceses, elegante, bien cuidada, sus jardines y rosales preciosos dan la bienvenida en otra visita que también promete. Tras pasar por el viñedo, llega lo que nos faltaba por ver después de recorrer cuevas y bodegas subterráneas, se trata de una capilla-bodega, difícil de describir, una bodega que contiene una capilla o una capilla que a la vez es una bodega. Sorprendente y original y con un estilo de decoración con ese toque francés y vintage perfecto y armonioso. Una capilla que huele a bodega y a vino y en la que ya se ha celebrado alguna boda.

Desde la capilla cruzamos el jardín de nuevo para acceder a la sala de catas que contiene en su interior el mismo ambiente y estilo que el exterior y la capilla que hemos conocido. Este mismo gusto “Belle Epoque” sirve de marco ideal para probar sus vinos de las marcas Jilabá, Begin y Señorío de Begin, jóvenes, crianzas, reservas, y Trasotoño, un delicado vino blanco licoroso con ese punto justo de dulzor.

Ardo Koloreak, los colores del vino

La Asociación de Bodegas Rioja Alavesa (Abra) y la Fundación Hazi del Gobierno Vasco han puesto en marcha la campaña Rioja Alavesa Ardo Koloreak Basque Wine, que incluye jornadas para profesionales, formación y networking los días 18, 19 y 20 de junio en el espacio Yimby Bilbao (Plaza Moyúa). Otras acciones incluyen también la interacción con los consumidores.
Toda la información está disponible en el sitio web Ardokoloreak.com, que también está presente en Facebook, Twitter, Instagram y Google+.