Variedades capaces de afrontar temperaturas diferentes a las habituales, técnicas de manejo de la vegetación del viñedo, plagas y enfermedades de la vid que se dan ante este escenario… ¿Cómo afronta la actividad vitivinícola el cambio climático?
Cambio climático y vino… cuestión de adaptarse
Proyectos que buscan retrasar la maduración de la uva o que quieren dar con variedades más resistentes, reducción de emisiones desde las bodegas, sostenibilidad ante todo, certificaciones que garantizan la sostenibilidad medioambiental… ¿De qué forma decide el sector atajar el cambio climático?
Variedades resistentes frente a un clima inestable
La recuperación de variedades ancestrales, en el sentido de buscar variedades que resistan condiciones más extremas, se promueve desde las propias bodegas y hay hasta proyectos subvencionados que quieren dar con variedades capaces de resistir o altas o bajas temperaturas. El motivo es que con el cambio climático precisamente se pierden las estaciones intermedias, adiós otoño y primavera y el calor o el frío llegan casi sin avisar. ¿Están las vides preparadas para estos cambios?
La disminución del número de variedades de vid cultivadas y la desaparición de otras muy antiguas es algo que preocupa al sector destacan desde el proyecto Minorvin que estudia variedades de vid para mitigar los efectos del cambio climático. Atribuyen esto a factores como el bajo número de variedades admitidas en las Denominaciones de Origen o las ayudas a la reconversión de los viñedos, que potencia la eliminación de aquellos más viejos y con más diversidad genética.
Así el 16 centros de investigación de España se han unido para desarrollar Minorvin, un proyecto que quiere poner en valor la biodiversidad existente en variedades minoritarias de vid recuperadas en España evaluando su potencial sobre la mitigación de los efectos del cambio climático en la viticultura.
En el caso de Galicia existen variedades como Loureira, Caíño Longo, Caíño Tinto, Sousón, Albariño o Caíño Blanco, podrían solucionar alguno de los problemas causados por el cambio climático que provocan modificaciones en el desarrollo y maduración de la uva. Así lo constató la Evega con un proyecto de investigación sobre la materia apoyado por la Fundación Biodiversidad.
Temperaturas cambiantes y mayor estrés hídrico
“El escenario de menor impacto para la producción vitivinícola se corresponde con un incremento reducido de las temperaturas y una baja disminución de las lluvias, lo que se espera que produzca pocos cambios en los indicadores agroclimáticos”, explica Ana Iglesias, investigadora de la ETSIAAB y el CEIGRAM de la UPM y que ha colaborado junto a otros compañeros en un trabajo sobre el impacto del cambio climático en nuestro país.
Sin embargo señalan que por el contrario, tasas mucho más elevadas de sequía o modificaciones elevadas en las temperaturas, afectarían más a la producción del vino, haciendo que cambiasen sus características. “Desafortunadamente, los modelos de proyección hasta 2099 nos hacen pensar que se dará una evolución hacia condiciones climáticas más desfavorables en todas las regiones productoras y que, aunque no serán demasiado acusadas, una de las más afectadas será la Península Ibérica”.
Son algunas de las apreciaciones de un estudio en el que han participado investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid apunta que la producción de vino en la Península Ibérica será una de las más afectadas por el cambio climático a nivel mundial.
Otro caso es LIFE NADAPTA, que se trata del primer proyecto que LIFE Europa pone en marcha en una comunidad autónoma, donde plantea implementar una estrategia de adaptación en un territorio. El proyecto, cuyo título es: Hacia una integrada, coherente e inclusiva implementación de la política de adaptación al cambio climático en una región: Navarra, tiene como objetivo la adaptación de Navarra a los efectos del cambio climático, concretado en 53 medidas para desarrollar en seis áreas estratégicas diferentes: agua, bosques, agricultura, salud, infraestructuras y planificación y monitorización.
Un aspecto básico en la gestión del cambio climático es el poder predecir el clima, pero sobre todo el comportamiento del cultivo en estas condiciones. En eso consiste el proyecto VISCA (Vineyards’ Integrated Smart Climate Application) financiado por la Comisión Europea dentro del programa H2020.
¿Retrasar la maduración de la uva? Una técnica frente al cambio climático
El Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (CICYTEX) ha iniciado en 2017 un proyecto que se centra en el retraso de la maduración de la uva “Prácticas agronómicas innovadoras para mejorar la calidad de los vinos en zonas cálidas frente al cambio climático”. El objetivo es retrasar la maduración de la uva para hacerla coincidir con un periodo estacional con temperaturas más suaves. El trabajo consiste en aplicar una técnica llamada “forzado de yemas”, con el fin de reiniciar el ciclo del crecimiento del racimo y retrasar así el periodo de maduración. El proyecto se realiza en colaboración con el IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Cataluña).
Según explican el investigador de CICYTEX, David Uriarte, el forzado de yemas es una técnica que da lugar a dos ciclos de cultivo en el mismo año, uno inacabado que se elimina mediante la poda de hojas, racimos y las puntas apicales de crecimiento, y un segundo ciclo más tardío con la cosecha de esa campaña. Esto puede provocar un retraso en la maduración, que dependerá del momento en el que se realiza el forzado de las yemas.
También el Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) con el objetivo de retrasar la maduración de la uva al menos dos meses, propone una nueva técnica basada en forzar un nuevo desarrollo de la vid a partir de las yemas recién formadas. Se presenta como una nueva técnica interesante dentro de la lucha contra el calentamiento del clima en zonas vitivinícolas especialmente cálidas.
Técnicas de manejo de la vegetación del viñedo frente al cambio climático
«Técnicas Vitícolas frente al cambio climático» es una obra de Fernando Martínez de Toda, viticultor, Ingeniero Agrónomo y catedrático de Viticultura de la Universidad de La Rioja e investigador del ICVV que se centra precisamente en las técnicas a realizar en el viñedo y que contribuyen a que las altas temperaturas afecten menos a la vid.
En este libro recoge y presenta una serie de trabajos de investigación y reflexiones, desarrollados por su grupo de investigación en los últimos años, sobre las técnicas vitícolas disponibles para mitigar o contrarrestar los efectos negativos de las altas temperaturas y del calentamiento climático.
Dentro de esas posibles técnicas de cultivo, se centra especialmente en las técnicas de manejo de la vegetación, ya que las considera más interesantes porque pueden aplicarse sobre viñedos ya instalados, sin necesidad de recurrir al establecimiento de nuevos viñedos, como es el caso de otras técnicas que abordan la ubicación del viñedo en zonas más frescas o la utilización de nuevo material vegetal mejor adaptado.
Y, dentro de las técnicas de manejo de la vegetación, dedica una atención especial a aquellas cuyo efecto consiste en el retraso de la maduración de la uva, ya que el efecto negativo fundamental y más claro de las altas temperaturas es el de provocar un adelanto en la maduración de la uva, por lo que dicha maduración se desarrolla más rápidamente y en un período más cálido.
Viñedos en altura
Ante la subida de temperaturas se buscan zonas frías en latitudes más altas. En España esta tendencia también está en alza, se considera una ventaja porque ya que hay una menor temperatura media en altura, algo muy positivo para el viñedo y que se está valorando también como una opción interesante de cara al cambio climático que trae temperaturas más altas. Como ejemplo algunas de las noticias que hemos publicado en Tecnovino como la viticultura de altura, el nuevo reto de Pago de los Capellanes en las laderas de Fuentenebro, o vinos que siguen este concepto como el verdejo de microparcelas en altura Flor de Vetus o el vino de viticultura de altura de la bodega Cara Nord, Trepat.
¿Más plagas por el cambio climático?
Más plagas, esta es unas de las indeseadas consecuencias del cambio climático, fruto de las temperaturas y periodos de calor más largos. Más velocidad de desarrollo de la vid y más generaciones al año traen algunas indeseadas plagas como la polilla del racimo (Lobesia botrana), la piral de la vid (Sparganothis pilleriana), los ácaros de la familia Tetranychidae (especialmente Tetranychus urticae y Eotetranychus carpini), los mosquitos verdes (Empoasca vitis) y la cochinilla algodonosa o melazo (Planococcus ficus), preocupante, además, por su condición de vector de transmisión del virus del enrollado y del complejo madera rizada, enfermedades graves de la vid.
Natalia Olarte, del Dpto. Técnico de Bodegas Riojanas, en una segunda jornada organizada por esta empresa y que trataba precisamente sobre las plagas animó a los viticultores y asistentes a que confíen en los técnicos para que la viticultura sostenible sea finalmente una realidad en la DOCa Rioja. “El empleo masivo de productos fitosanitarios ha traído consecuencias negativas -aseguró-, por lo que la gestión integrada de plagas es un objetivo fundamental de la viticultura del siglo XXI”.
Las bodegas, un actor clave para abanderar la lucha contra el cambio climático
Si pensamos que somos pequeños en nuestras casas o empresas para contribuir a reducir los efectos del cambio climático, toda aportación por pequeña que sea suma.
El asesor en cambio climático de Familia Torres y oceanógrafo Dr. Miquel Rosell comentó en una jornada para exponer acciones urgentes contra el cambio climático que “las bodegas pueden abanderar la lucha contra el cambio climático porque tienen lo necesario para ayudar a reducir emisiones”. En este sentido se refiere aque disponen de espacio para la instalación de energías renovables y la posibilidad de capturar el CO2 de la fermentación. Uno de los ejemplos que da este experto es que es posible la economía circular en la que se podría utilizar el CO2 capturado durante la fermentación del vino para producir combustible que sirva para distribuirlo.
También hay certificaciones en España como Wineries for Climate Protection (WfCP), la primera norma a nacional específica para el sector del vino que permite medir el desempeño de las bodegas en cuatro ámbitos concretos: reducción de gases de efecto invernadero, reducción de residuos, gestión del agua y eficiencia energética.
Las energías renovables es otra de las formas en que las bodegas pueden sumar su grano de arena frente al cambio climático.
Así hay diferentes bodegas que siguen su propio camino para contribuir a un mundo mejor. Es el caso de Bodegas Familiares Matarromera que han apostado por las energías verdes, otras se vuelcan en una gestión autónoma del agua como Valdemonjas o en lo referido al riego también Raimat lidera un proyecto con nuevas tecnologías para ahorrar el 25% del agua de riego en viña. Otros desarrollos se centran más en equipos como el tractor a metano de New Holland, que reduce las emisiones de CO2 en un 80% y abre la puerta a la independencia energética con el uso del biometano.
Y esta historia no ha terminado de ser escrita, seguiremos viendo más avances en proyectos de investigación, aportaciones de organismos y bodegas y quién sabe si los Gobiernos e Instituciones no se pondrán a la altura para sumarse a actuaciones más individuales o «solitarias» como las de empresas vitícolas.
Los avances y las investigaciones nos pondrán en la tesitura de plantearnos hacer más… ¿Seremos capaces de hacer algo para poner nuestro grano de arena frente al cambio climático?
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