La Asociación de Viticultura Regenerativa ha organizado el Simposio de Viticultura Regenerativa por tercer año consecutivo, centrándose en la restauración de los suelos de los viñedos para hacerlos más resistentes al cambio climático. Expertos nacionales e internacionales han destacado la importancia de la vida microbiana del suelo y su contribución en la adaptación de los viñedos y la mitigación de los efectos del calentamiento global. El simposio ha abordado temas como la red trófica del suelo, la biodiversidad microbiana y la relación entre el suelo y la sanidad vegetal.
La Asociación de Viticultura Regenerativa ha celebrado por tercer año consecutivo el Simposio de Viticultura Regenerativa, un evento destinado a difundir un nuevo enfoque agrícola que busca restaurar la salud de los suelos de los viñedos, haciéndolos más resistentes ante el cambio climático. En esta edición, el foco se ha puesto en comprender y conocer los suelos y su vida microbiana, aspectos clave dentro de la viticultura regenerativa. El simposio ha contado con la participación de ocho expertos nacionales e internacionales, entre ellos los microbiólogos Dra. Elaine Ingham y Claude y Lydia Bourguignon, quienes han explicado en qué consiste la vida microbiana del suelo y cómo su restauración y cuidado no solo ayuda a los viñedos a adaptarse al clima, sino que también contribuye a mitigar los efectos del calentamiento global.
El evento, titulado ‘La microbiología de los suelos: clave para una viticultura resiliente’, se ha llevado a cabo en el Castell de Falset, en la capital del Priorat. Cerca de 300 personas han seguido el simposio tanto de manera presencial como a través de streaming. La periodista Ruth Troyano ha ejercido como moderadora del acto.
Miguel Torres Maczassek, presidente de la Asociación de Viticultura Regenerativa y director general de Familia Torres, ha compartido reflexiones al inicio del simposio, resaltando “la enorme dimensión humana que tiene este tipo de viticultura ya que las grandes transformaciones no están solo en los suelos, están en las propias personas”. Miguel Torres ha señalado la importancia de “observar y entender cada viñedo y llevar un rumbo claro para crear ecosistemas que imiten la naturaleza”.
Comprender la red trófica del suelo
Tras la intervención de Torres, Carlos Brull, alcalde de Falset, ha destacado “el respeto por la biodiversidad, el entorno natural y la sostenibilidad como ejes vertebradores del territorio”, y se ha dado paso a la ponencia inaugural a cargo de la Dra. Elaine Ingham, microbióloga estadounidense, fundadora de Soil Food Web School. Considerada una de las biólogas de suelos más importante del mundo con 40 años de experiencia, Ingham ha explicado que, a pesar de la incomprensión científica inicial, finalmente impuso sus tesis de que “desde la biología se restaura la vida de los suelos”. En este aspecto, la experta ha definido las dinámicas creadas en la red alimentaria del suelo y las diferencias entre tierra fértil y tierra estéril. Según Ingham, “hay que maximizar el número de organismos para que haya un ciclo de nutrientes y la planta reactive su inmunidad contra enfermedades y plagas”. “Con un 3% de materia orgánica la biología ya se sostiene por si sola y puede propagarse; solo hay que cuidar de esos organismos que hacen todo el trabajo del suelo”. Por eso, recuerda, “arar la tierra es matar microorganismos beneficiosos”.
Por su parte, Lydia y Claude Bourguignon, microbiólogos de suelos y fundadores del laboratorio de análisis microbiológicos de suelos (LAMS), han tratado el papel de la biología en la adaptación de los vinos al calentamiento global. Ambos fueron de los primeros científicos en advertir de la degradación de los suelos. La fragilidad del suelo proviene de aspectos biológicos, químicos y físicos (fertilizantes, irrigación, polución, fauna, erosión, agua no drenada). La biodiversidad microbiana permite restaurar un suelo destruido. En este sentido, han afirmado que “la calidad del vino empieza en un suelo fértil”. Y han añadido que “para restaurar un suelo destruido hay tres vías: aportar carbono a la capa superior del suelo, cubierta, compost, poda de ramas; utilizar plantas con raíces profundas para restaurar la estructura del suelo y luchar contra los nematodos; y reactivar los hongos y la fauna, que son los grandes agentes de la fertilidad del suelo”.
Para Jeff Lowenfels, autor del galardonado ‘Teaming with microbes: the organic guide to the soil food web’, ha explicado que las plantas, gracias a la fotosíntesis, producen exudados, sustancias alimenticias que atraen a bacterias y hongos a la rizosfera, y que son devorados por depredadores (nematodos y protozoos) cuyos restos son nutrientes para la propia planta, o la protegen. Además, hay hongos microcírricos que intercambian alimento con las raíces de la planta, subrayando que “se trata de una red trófica del suelo que hay que dejar actuar y por tanto no hay que utilizar fertilizantes químicos”. Y ha aconsejado “no perturbar el suelo ni su red trófica y trabajar en equipo con los microbios”, concluyendo que “nadie fertiliza los bosques, crecen en naturaleza”.
Por otro lado, la Dra. Rosa Vercher, experta en ecología de plagas y control biológico y referente en la investigación para la gestión sostenible de las plagas, ha expuesto que “la sanidad vegetal comienza en el suelo” que proporciona la biota para controlar las plagas y que da una nutrición a las plantas que las hace más resistentes. Hay parasitoides que necesitan los hidratos de carbono de las plagas, también depredadores más veloces y grandes que sus víctimas, y la diversidad vegetal (cubiertas vegetales, bandas florales, setos) proporciona mucho alimento, refugio y atractivo a estos enemigos naturales de las plagas, que se ciernen contra un monocultivo como la viña. Por eso, ha defendido “la diversidad vegetal”.
Por su parte Nicole Masters, agroecóloga, directora de Integrity Soils y formadora en agricultura regenerativa, señaló que la viticultura regenerativa “es una forma de ser, no una práctica”. Ha explicado cómo aprendió a regenerar el ecosistema a través de experiencia con distintos tipos de plantas. Con las viñas, advirtió que su estrés iba ligado a una mejor calidad y se planteó cómo hacerlo igual pero sin causar estrés, hasta que pensó en crear en la viña un ecosistema y monitorizar la salud de las viñas con indicadores y medidores (por ejemplo Ph de la savia). Pudo observar que una buena microbiología mejoraba el sabor de los frutos. Los consejos de Masters a los viticultores que emprenden este camino son “viajar, informarse, visitar a quienes ya estén trabajando con este modelo para ver cómo lo hacen, y empezar a aplicarlo poco a poco para observar los beneficios”.
Tras ella, Jordi Puig, doctor en Ciencias Ambientales especialidad Cambio climático y Cambio Global Ambiental, ha estudiado cómo afecta la subida de las temperaturas y la falta de agua en los viñedos, lo que ha llevado a elaborar un atlas climático con dos escenarios 1971-2000 y 2000- 2050. Para el doctor, “la viticultura regenerativa es una importante alternativa: cubiertas vegetales, mínimo laboreo, agroforestería (ayuda a retener nutrientes y bajar temperatura de suelos, condiciones de vida y de humedad), pasto intercalado y aplicación de materia orgánica y micronutrientes”.
Francesc Font, vicepresidente de la Asociación de Viticultura Regenerativa y cofundador de Agroassessor, ha presentado en la última ponencia la certificación internacional Viticulture Regenerative Alliance (RVA), impulsada por la asociación en colaboración con Ecocert y la Viticulture Regenerative Foundation y que entra en vigor esta próxima vendimia. La Asociación de Viticultura Regenerativa nació como un lugar de encuentro para compartir experiencias y conocimientos con el objetivo de impulsar un cambio de paradigma en la gestión de los viñedos. La certificación quiere reconocer los esfuerzos de aquellos viticultores y bodegueros que han emprendido este camino para garantizar el futuro de la viticultura.
El broche de oro del Simposio ha ido a cargo de Elisenda Guillaumes, directora general de Agricultura y Ganadería de la Generalitat de Catalunya, quien ha recordado que la viña ocupa un 6% del espacio productivo de Cataluña y en el 2022 ya se superó el 50% de viñas ecológicas, declarando que “ya era hora que alguien pusiera el suelo (un gran olvidado) en primera línea y que se haga todo lo posible para preservar su calidad”.