¿Cómo conseguir un aislamiento térmico para bodegas? Mediante una cubierta ajardinada se logra aislar a 21º la temperatura durante todo el año. La bodega Cellers Can Blau ya disfruta de una que ha realizado Grupo Projar. El edificio cumple, con esta cubierta extensiva de 300 m² de sedum, el triple objetivo de integración paisajística, sostenibilidad ambiental y reducción energética.
Grupo Projar, compañía del sector verde, ha logrado aislar a 21 grados la temperatura de la bodega Cellers Can Blau, perteneciente al grupo Gil Family Estates en la localidad tarraconense de El Molar. Este concepto de aislamiento térmico para bodegas se ha obtenido gracias a una cubierta ajardinada extensiva de 300 m² que permite mantener de forma constante el interior de la bodega a una temperatura de 21º.
La firma destaca que «el edificio se hace perfectamente visitable, con una temperatura agradable y conserva las barricas que contiene en su interior de una manera óptima«.
En la cubierta ajardinada se han tenido en cuenta, además de la integración paisajística, la sostenibilidad del edificio. Gracias a esta cubierta, dependiendo de la época del año, la temperatura incluso alcanza únicamente los 14 grados requiriendo simplemente de una ventilación totalmente natural.
Sobre esta cubierta ajardinada Projar explica sus resultados: «logra un menor gasto de energía y la reducción en la capa de aislamiento térmico convencional que se instala a la hora de construir un edificio». Además, la bodega cuenta con placas fotovoltaicas que permiten obtener energía limpia y renovable. En este mismo sentido, «gracias a la integración con la cubierta ajardinada, experimenta una mejora en su rendimiento ya que consigue disminuir la temperatura ambiente, próxima a la superficie de la placa, con una mejora de 0,3 a 0,5% en el rendimiento, por cada grado menos de temperatura».
La cubierta ajardinada requiere una capa de aislamiento
Esta empresa resalta que «los beneficios de este tipo de cubiertas ajardinadas están constatados». Y añade: «De hecho, según un estudio de la Ingeniería Green Blue, mientras las cubiertas de los edificios convencionales tardan en alcanzar su temperatura máxima interior entre 2 y 4 horas, las ajardinadas lo hacen de 7 a 9 horas».
Sin embargo, desde Grupo Projar, y tras años de experiencia en el sector, destacan como, además de la cubierta ajardinada, debe haber una capa de aislamiento convencional en la edificación para que la cubierta ajardinada cuente con el menor espesor posible y, de ese modo, se consiga mantener la temperatura en el interior de los edificios. Indican que «de lo contrario, un exceso en el espesor de tierra proporcionaría más peso para el edificio, y por lo tanto consecuencias negativas».
Ana Llopis, Product Manager del Grupo Projar: “si excedemos el aislamiento convencional, no se permitiría el enfriamiento natural de los edificios durante la noche y necesitaríamos la utilización de aire acondicionado al día siguiente para refrescarlos aumentando el coste energético”.
En este sentido, la Product Manager del Grupo Projar, Ana Llopis explica que “las cubiertas son las zonas del edificio donde más radiación solar se recibe, y está comprobado que para obtener el máximo efecto aislante de una cubierta ajardinada, el espesor de tierra que deben tener es de entre 30 y 50 centímetros. Si fuese mayor, el edifico tendría que ser reforzado con una estructura más resistente, y esto repercutiría en los costes económicos”. Además , subraya que “la tierra no siempre tiene el poder aislante suficiente porque la lluvia puede convertirla en un puente térmico. De este modo, se hace necesaria la capa de aislamiento de los edificios aún con cubiertas ajardinadas aunque teniendo en cuenta que la proporción debería ser de 1 ó 2 centímetros menor al de los edificios que carecen de ella”.
Ana Llopis destaca que “si excedemos el aislamiento convencional, no se permitiría el enfriamiento natural de los edificios durante la noche y necesitaríamos la utilización de aire acondicionado al día siguiente para refrescarlos aumentando el coste energético”.
Grupo Projar nació en 1972 para dedicarse a la extracción y comercialización de turba, material orgánico que se emplea como combustible y para la obtención de sustratos. El crecimiento de la compañía ha sido constante y en los años 80 abrió dos centros logísticos en Almería y Murcia. Actualmente cuenta con instalaciones en Valencia, Madrid, Almería –fábrica y centro logístico-, Málaga y Lisboa y otros puntos logísticos como Barcelona y Pontevedra. Tiene presencia internacional y actualmente está constituida como sociedad en Sri Lanka, en India y en Brasil. Además Projar adquirió hace unos años la empresa de paisajismo Paimed, para completar su oferta de servicios, y ahora acaba de firmar un acuerdo con una empresa especializada en el tratamiento y acondicionamiento de agua. El conjunto del grupo logró en 2016 una facturación superior a 26 millones de euros y cuenta con 230 empleados.
Aislamiento térmico para bodegas: el caso práctico de la cubierta ajardinada para la bodega Cellers Can Blau
En la bodega Cellers Can Blau, perteneciente al grupo Gil Family Estates, se instaló un sistema de cubierta muy ligero compuesto por un sustrato de unos 10 centímetros de espesor, en una cubierta extensiva, con plantas tapizantes, de 300 m². La cubierta se vegetó con sedum, un tipo de planta de muy bajo mantenimiento y necesidades hídricas que permiten maximizar las ventajas ecológicas, además de la plantación de un olivo.
Grupo Projar www.projargroup.com